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Polémica entre el Defensor del Pueblo Andaluz y Amnistía Internacional

José Chamizo niega que tal y como publicó Amnistía Internacional en un detallado informe, los centros de menores andaluces castiguen inhumanamente, o aíslen o maltraten de diversas formas a los jóvenes. AI denuncia las trabas que la Junta le ha puesto para poder investigar correctamente.

La ONG Amnistía Internacional (AI) ha sacado a la luz un informe elaborado con entrevistas a más de 59 personas, niños entre ellos,  de Cataluña, Madrid y Andalucía que sufrieron supuestamente desde vejaciones a castigos físicos y medicaciones forzosas en este tipo de residencias.

Sin embargo, Amnistía Internacional denuncia además la imposibilidad de investigar a fondo y extensamente a causa de los obstáculos interpuestos por la Junta y concluye que los centros de menores andaluces, junto a los madrileños y los catalanes, dejan mucho que desear y se hunden en prácticas incluso de torturas.

La investigación llevada a cabo por la organización en torno a los llamados centros de protección terapéuticos en las comunidades autónomas de Andalucía, Cataluña y Madrid, constata que España debe mejorar radicalmente la protección de los menores que se encuentran en estos centros terapéuticos y cumplir así sus obligaciones internacionales en materia de derechos humanos.

Amnistía Internacional ha observado que el sistema de protección de menores dispuesto en España no respeta, en muchas ocasiones, las obligaciones y principios de la Convención sobre los Derechos del Niño, en particular el interés superior del menor, ni su derecho a ser escuchado, y a no ser discriminado. Esto sucede a pesar de que la propia legislación española consagra estos y todos los demás principios de la Convención en torno a la protección de los derechos de los niños y niñas.

Amnistía destaca además que "resulta además sorprendente que, según se recoge en el informe del Defensor del Pueblo , en la mayoría de los casos se eluda en la práctica a la necesaria intervención judicial para el internamiento no voluntario de los menores exigida tanto en el Código Civil como por la Ley de Enjuiciamiento Civil. Amnistía Internacional ha podido constatar que el internamiento en estos centros de protección terapéuticos puede conducir, en algunos casos, a una serie de abusos y violaciones de los derechos de los menores absolutamente incompatibles con los tratados internacionales de protección de los derechos humanos. Lo más preocupante es que en muchos casos estos abusos quedan invisibilizados e impunes. Esta situación no hace más que reforzar el ciclo de exclusión, discriminación y violencia en que se encuentran estos menores.

Amnistía denuncia que hay regímenes disciplinarios que son incompatibles con los estándares internacionales para la protección de los menores privados de libertad, recogidos en la Convención sobre los Derechos del Niño y la Convención Contra la Tortura y otras formas de Castigo y Penas Crueles, Inhumanas o Degradantes. Estas prácticas incluyen casos de menores sometidos a castigos corporales, aislamiento forzado, contenciones físicas abusivas e, incluso, contenciones farmacológicas. A este respecto, cabe destacar que durante el 2009 el Comité contra la Tortura se dirigió al Estado español en dos ocasiones preguntando sobre las medidas adoptadas a raíz de las denuncias recogidas en el informe del Defensor y reiterando la preocupación sobre las alegaciones de aislamiento y administración de fármacos de forma contraria a los artículos 11 y 12 de la Convención. 

Amnistía Internacional advierte con preocupación la poca atención brindada a la posibilidad de que los menores tengan acceso a un recurso judicial efectivo y a reparaciones justas y  oportunas en caso de que sean vulnerados. El Estado español y sus instituciones deben  observar sus deberes en materia de derechos humanos, desarrollar y cumplir aquello que está obligado a hacer (obligaciones de hacer o intervenir), así como garantizar que ni sus agentes y funcionarios ni agentes no estatales o particulares incurren en abusos y prácticas prohibidas por el derecho internacional.

Chamizo dice que hay exageraciones

«Creo que hay aspectos del informe, referidos a los maltratos y violaciones, en los que no han sido nada exactos», dijo hace dos días José Chamizo, Defensor del Pueblo Andaluz. Chamizo quiso aclarar que los centros denunciados ahora por AI no son los reformatorios para jóvenes delincuentes, sino residencias terapéuticas donde la Junta ingresa a adolescentes que, o bien cuentan con problemas de comportamiento, o bien quedan desamparados por sus padres. En cualquiera de los dos casos, la administración andaluza se hace cargo de la tutela de los jóvenes, haciéndose responsables de su protección.

«Estos centros son visitados por nosotros y por la Fiscalía de Menores con frecuencia, con visitas semanales; y evidentemente nunca hemos detectado casos de violaciones y maltrato con los menores, si no habríamos actuado», explicó Chamizo, quien recordó no obstante que la Oficina del Defensor ha elaborado diversos informes similares a los de Amnistía, en los que también se incluyen críticas a la gestión de este tipo de centros: «Coincidimos con Amnistía en que, [el internamiento de los menores] debe ser un recurso de Salud y no de asuntos sociales». Y es que este tipo de residencias depende de la Consejería de Bienestar Social, y no de Sanidad, a pesar de que en los jóvenes suelen someterse a tratamientos psicológicos y médicos.

Pero el Defensor reconoció ayer que en los centros terapéuticos existen habitaciones «para que los chavales suelten la violencia en un momento dado, están preparada para que no puedan hacerse daño cuando está en crisis». Pero negaba rotundamente que «sean habitaciones de aislamiento», y aclaraba que los menores están en ella «cinco o diez minutos; son perfiles de chavales complicados, que necesitan un tratamiento en régimen interno, que muchas veces son obligados, por lo haber disfunciones, pero nunca llega al maltrato».

Testimonios andaluces

El Informe de AI dice lo contrario.  Textualmente: "En la única visita permitida a Amnistía Internacional por la Administración andaluza el director de la fundación y el equipo técnico (médico, psicóloga y directora) negaron la imposición de castigos y el uso de celdas de aislamiento. Durante la visita, en la que los investigadores de la organización fueron acompañados por funcionarios y distaron mucho de ser independientes, se comprobó que algunas de las habitaciones estaban bajo llave y no
fueron mostradas, aduciendo que no tenían las llaves disponibles.

Sin embargo, los testimonios de dos menores tomados por Amnistía Internacional ese mismo día en el centro, y durante las entrevistas realizadas a menores y familiares que pasaron por el centro durante el año 2008, se corroboró la existencia de celdas de castigo y aislamiento y la aplicación rutinaria de esta técnica"..

En el informe de Amnistía destacaba además el testimonio de un adolescente gaditano de 16 años, que aseguró haber sido encerrado y aislado durante 15 días en una habitación, en un centro de Benalup concertado por la Junta con la organización Márgenes y Vínculos. Después de pasar más de tres meses ingresado en este edificio, el joven envió una carta a su madre que concluía con una advertencia tan vehemente, que ha sido utilizada para bautizar el informe: «Si vuelvo, me mato». 

Según La Voz el adolescente fue ingresado en el centro benalupense en agosto de 2008 por petición de su madre, con quien tenía continuos enfrentamientos y peleas. Sin embargo, el día de Navidad de ese año el joven escapó de la residencia y envió la carta en la que narraba el supuesto «calvario» por el que dijo haber pasado. «A él no le agredieron, porque se portaba bien, pero está traumatizado; en tres meses salió apenas cuatro horas y no estuvo escolarizado».

Sin embargo, las principales críticas de su padre se refieren al proceso de ingreso del joven, ya que la Junta declaró el desamparo del menor a pesar de que el progenitor se ofreció a hacerse cargo del joven. «Sólo me dejaron verlo dos veces durante 20 minutos, y no me permitieron visitar el centro», recuerda. Durante meses, el hombre solicitó en diversas ocasiones la tutela de su hijo, pero no recibió respuesta. Finalmente, la Fiscalía de menores le dio la razón, tras la huida del joven del centro.

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