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LA ACUSADA, propalestina

Se celebra el juicio por la agresión antisemita a un joven judío en pleno centro de Madrid

Este martes se ha celebrado el juicio por la agresión que un joven judío sufrió a manos de una mujer que presumió de ser del PSOE. La acusada, que también presentó denuncia, ha ofrecido un espectáculo de incongruencias e histrionismo. Problemas técnicos han impedido la participación de un testigo.

En una sesión marcada por los problemas técnicos, que han impedido la participación de un testigo a través de videoconferencia, y por el comportamiento poco ortodoxo de una de las partes, este martes se ha celebrado en Madrid el juicio de faltas por la primera agresión física antisemita de la que se tiene noticia en nuestro país.

Como bien recordarán los lectores de Libertad Digital, los hechos ocurrieron el pasado mes de febrero y consistieron, según la versión que el propio agredido nos ofreció, en una agresión racista en toda regla, con un variado catálogo insultos antisemitas e incluso violencia física.

El estado de la Justicia

Lo primero que se ha podido comprobar en la sesión que ha tenido lugar en los madrileños Juzgados de Plaza de Castilla es el estado mejorable de nuestra Administración de Justicia: el juicio ha empezado tarde, la espera ha tenido lugar en un pasillo un tanto destartalado y se ha tendido que cambiar de sala a una cinco pisos más arriba antes del inicio.

Lo peor, no obstante, ha ocurrido justo antes de empezar la vista: de los dos testigos previstos uno no se ha presentado y el segundo no ha podido participar porque no se ha conseguido poner en marcha el sistema de videoconferencia.

Contradicciones, histrionismo...

Aunque la sentencia tardará todavía semanas en llegar, para todos los presentes en la sala la impresión que han ofrecido las dos partes de la causa ha sido muy diferente y podría resultar bastante determinante: la acusada, que responde a las siglas A.C.B., se ha referido en todo momento a la otra parte como "ese tipo" y ha mantenido una actitud conflictiva que ha llevado a que en varios momentos de la vista haya sido reprendida, si bien con suavidad, por la juez.

Además, A.C.B, una mujer de mediana edad elegantemente vestida y con un cuidadísimo peinado, ha hecho una peculiar narración de los hechos en la que ha entrado en diversas contradicciones, tanto con su anterior versión al presentar su propia denuncia, como en diversos momentos del mismo juicio. Y, por supuesto, ha negado la versión de los hechos del joven agredido, cuyas siglas son R.C.H.

En cuanto a las contradicciones hay varios ejemplos: en primer lugar ha dicho que se encontraba "ayudando a una señora de provincias" a sacar un boleto de aparcamiento cuando fue increpada por la otra parte por tardar demasiado y no dejar libre la máquina, pero luego ha referido que no dejaba paso por la acera.

Del mismo modo, en un principio ha asegurado que no dijo nada que desatase la "agresividad brutal" que según ella lució la otra parte; sin embargo más tarde admitió haber dicho que "Palestina era para los palestinos" antes de que el joven agredido la "amenazase de muerte, él y toda la comunidad judía".

Mientras tanto no perdió la oportunidad de faltar al respeto a la otra parte, de quién dijo que "pensaba que iba disfrazado de carnaval" (recordemos que el joven agredido, R.C.H., viste del modo tradicional jasídico) y del que también ha asegurado que durante el incidente "estaba loco".

Por último, a pesar de que según los abogados de R.C.H. es administradora de dos sociedades, de su aspecto adinerado y de lucir un reloj de lujo, la acusada no ha tenido reparos en asegurar que actualmente ni tenía ingresos ni un trabajo estable.

Se reafirma en su relato

El otro involuntario protagonista de esta agresión ha mantenido ante el tribunal la versión de los hechos que denunció a la policía y que ya narró a Libertad Digital, incluso admitiendo que al verse agredido llamó "nazi" a su agresora (recordemos que fue en ese momento cuando la mujer le dijo: "No te equivoques, que yo soy del PSOE"), un comprensible insulto por el que ha pedido disculpas en la sala.

R.C.H. ha narrado pormenorizadamente la secuencia de hechos vivida durante la agresión y los insultos marcadamente antisemitas de los que fue objeto, entre los que cabe citar algunos proferidos de forma genérica contra los judíos, "ladrones", "usureros", "asesinos" y también expresiones dirigidas personalmente a él como "hijo de puta" o "judío asqueroso". Mientras, la otra parte en una actitud tan insistente como teatral negaba una cosa tras o otra y se lamentaba: "¡Ay Dios, ay Dios!".

Recogidos los testimonios, el letrado que representaba a R.C.H., Abel Isaac de Bedoya Piquer, ha recalcado ante la juez el contraste entre las personalidades de los dos litigantes que se había podido observar durante la vista: de un lado el carácter "impulsivo y beligerante" de la mujer y del otro el "tranquilo y pacífico" de su defendido.

También ha recalcado las contradicciones en las que ha incurrido la acusada "tratando de eludir la responsabilidad que le alcanza" y, por último, ha pedido la absolución de R.C.H. y una condena para A.C.B. por "vejaciones e injurias", según refleja el artículo 620.2 del Código Penal, con el agravante de "manifestaciones racistas" según el 22.4. La pena solicitada ha sido de 20 días de multa a razón de 50 euros por día.

Con esto se ha dado por cerrado el juicio en una sala en la que también se ha hecho evidente otra diferencia, quizá también reveladora: mientras R.C.H. Ha sido acompañado en todo momento por familiares y amigos, la otra parte ha acudido completamente sola y ni tan siquiera ha contado con un abogado.

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