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Un restaurante establece que cada cliente pague lo que quiera por el menú

La conciencia de los clientes será la que determine cuánto pagarán por degustar el menú diario que desde este martes sirve el restaurante vallisoletano 'A Dios pongo por testigo', que regenta Santiago Gómez, un argentino que cree en la "alegría" de los españoles para superar la crisis.

L D (EFE) "Habrá quien te dé un euro, pero allá él con su conciencia", ha declarado a Efe Gómez, quien celebra el éxito de la primera jornada con esta dinámica de negocio: en lugar de tener una media de diez comensales diarios, hoy se han encontrado con ochenta, en su mayoría gente joven y familias.

Tras diecisiete años en España después de que su padre -de Barakaldo- regresara desde Argentina, y tras vivir el boyante periodo que ha precedido a la crisis actual, Gómez apuesta por "tirar todos para adelante" con iniciativas como ésta, que en su opinión benefician tanto al empresario como al comensal. "No somos una ONG y, si me va mal, no se mantendrá", reconoce.

Las cuentas del 'A Dios pongo por testigo' cuadran mejor con este sistema de pago, el de pagar 'la voluntad', que con la tradicional cuenta, porque "la gente no es tonta y sabe lo que cuesta un menú del día", puntualiza.

Entre risas, reconoce que es posible que un día entre en el restaurante un grupo de veinte comensales y que cada uno deje en la caja un céntimo, pero recurre de nuevo a "la conciencia" para confiar en que los clientes se rascarán el bolsillo. "Aquí todos estamos igual", dice.

Gómez rechaza que su iniciativa pueda tacharse de "anarquista o comunista", sino que la enmarca en una coyuntura en la que puede resultar difícil para las familias y para los restaurantes mantener la relación que tenían durante los últimos años, con una situación económica mejor.

"Estamos hasta el culo de la crisis", lamenta el regente de este negocio, que mantendrá esta táctica comercial de lunes a sábado a mediodía, a diferencia de otras iniciativas similares que existen en Valencia, Nueva York, Londres y Berlín, que sólo la aplican una vez a la semana. "Un amigo que viaja mucho" fue el que animó a Santiago Gómez y a su esposa a intentar hacer rentable su negocio de este modo.

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