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EDITORIAL

Un simple atasco en medio de lo peor de la crisis

Ha sido el epílogo de una semana en la que los principales indicadores económicos han conspirado contra la recuperación en España

Limitación de velocidad, apagón en las carreteras, cambio de neumáticos, recorte de horarios en los servicios públicos... El despliegue de medidas del Gobierno para hacer frente al riesgo de desabastecimiento energético es inversamente proporcional a su ineficacia ante situaciones relativamente críticas, como la anunciada nevada de esta madrugada en Madrid. Un Gobierno capaz de improvisar sobre la marcha (recuérdese a Rubalcaba hace dos viernes, cuando anunció la prohibición de circular a más de ciento diez kilómetros por hora) es a la vez incapaz de improvisar una respuesta adecuada ante una mini-crisis. Esa insistente incompetencia capaz de convertir una simple nevada en un drama le costó el cargo a Magdalena Álvarez, antecesora de Blanco.

Sin embargo, no parece que en esta ocasión la incompetencia vaya a tener consecuencias políticas. De lo que se deduce del mensaje de Zapatero a los suyos en el comité federal, la consigna es mirar para otro lado y describir un panorama idílico en el que dentro de unos meses se empezará a crear empleo. Pero la realidad indica un Euribor en ascenso meteórico, el barril de petróleo, disparado, los tipos de interés, en la rampa de lanzamiento, los precios, descontrolados y las estimaciones sobre la solvencia de España, en caída libre. Ante semejante panorama, el caos en los accesos a Madrid provocados por una nevada que algunos califican de entre leve y moderada es una nadería por mucho que ponga de relieve la ínfima consistencia de los servicios de protección civil del Estado y la nula capacidad de respuesta política del Ejecutivo.

Esa constatación ha sido el epílogo de una semana en la que los principales indicadores económicos han conspirado contra la recuperación en España y en la que Zapatero ha evocado la figura de su abuelo nada menos que en Túnez, escenario final de un delirante periplo presidencial en el que no se reparó en gastos, con una escala imprevista en Madrid cuyo coste contrasta con los llamamientos al ahorro de Rubalcaba, Sebastián y José Blanco, tan activo en el lanzamiento de globos sonda como inactivo y mudo a la hora de responder a una situación de emergencia en una autovía. Una ocasión desperdiciada para improvisar.

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