Alianza de Civilizaciones


La gran apuesta electoral de José Luis Rodríguez Zapatero fue la retirada de las tropas españolas de Irak. Zapatero finalmente lo hizo, sin tener en cuenta a sus aliados. Por otro lado, reorientó la política exterior española, acercándola a Castro y Chávez, y dándole un carácter claramente contrario a la Iglesia y a Israel. Revistió todo aquello con una expresión tomada del Ayatolá Jatamí, la Alianza de Civilizaciones, con claros tintes totalitarios. El año 2006, la peregrina idea adoptada por Zapatero no pasaría desapercibida.

No por la Junta Islámica, que en exacta interpretación de la Alianza de Civilizaciones, y en su nombre, pediría en febrero que la catedral de Córdoba se abra al culto musulmán. Su presidente, Mansur Escudero, pediría seis meses más tarde el derecho preferente de los descendientes de los moriscos a la nacionalidad española, en lo que se insistiría en el "II Encuentro Internacional de Educación y Cultura sobre Alianza de Civilizaciones", celebrado en Marruecos. Pero ¿Qué es esto de la Alianza de Civilizaciones? Pues no tenemos más que hacer una visita a Qatar, nos dice Moratinos. O esperar a ver qué haría Irán con armamento nuclear, sugiere Máximo Cajal.

En línea con el gusto del Gobierno por el adoctrinamiento desde la escuela, el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, propuso un "módulo educacional" inspirado en la susodicha "alianza" y por crear un "Erasmus de la Alianza", para fomentar un intercambio "masivo" de estudiantes. El embajador personal de Zapatero para estos fregados ante la ONU, Máximo Cajal, se unió en la propuesta de “revisar los manuales escolares”, "para acabar con los prejuicios". Para entonces, el Gobierno ya había predicado con el ejemplo, eliminando del currículo de las oposiciones a diplomático la mención a los Reyes Católicos, bajo cuyo reinado se escribió lo que puede considerarse la primera carta de derechos humanos, para incluir… la Alianza de Civilizaciones. Acaso, con el nuevo módulo educativo, nuestros hijos aprendan a hacer "un esfuerzo cabal de comprensión" del terrorismo para "resolver los conflictos" mediante el diálogo.

El propio Partido Socialista decidió apadrinar un grupo árabe para construir la Alianza y teniendo en cuenta que esa cultura forma parte del “corazón de los españoles”. La presentación la hizo Pedro Zerolo, el mismo que lideró una manifestación homosexual con numerosos mensajes contra la Iglesia. Acaso Zerolo no se conmueva por la brutal represión de la homosexualidad bajo los regímenes islamistas.

Con todo, el concepto recibía sus apoyos por parte de refinados intelectuales, como Juan Luis Cebrián. A su juicio Islam y Cristianismo son igualmente culpables de no haber construido una cultura común. Para él, "sin las Cruzadas y la Inquisición, sin la insidiosa Reconquista ibérica, podríamos –¿quién sabe?– haber asistido al florecimiento de una civilización mediterránea, ecuménica y no sincretista, en la que convivieran diversos legados de la cultura grecolatina, lo mismo que conviven hoy las dos Europas, la de la cerveza y el vino, la de la mantequilla y el aceite de oliva, en una sola idea de democracia". Otros intelectos del régimen, como Federico Mayor Zaragoza, se valía del concepto para igualar moralmente, también, a Occidente e Islam: Occidente debe ser "muy cuidadoso" cuando dé lecciones al Islam y debería mirarse al espejo cuando lo haga porque en la prensa generalista española aparecen anuncios de contactos. De hecho, "Mire usted allí y verá unas vergüenzas tremendas y unos comentarios que son realmente vejatorios para la dignidad de la mujer en su conjunto".

Pero, claro, también tiene sus detractores. José María Aznar declaró, cuando comenzaba el otoño, "es muy interesante ver que mucha gente en el mundo islámico reclama que el Papa pida perdón, pero no oigo a ningún musulmán que me pida perdón por conquistar España y estar allí ocho siglos". Pero en este caso ya no se hablaba de la igualdad moral de Islam y Cristianismo. Ya no se exigía al Islam lo sugerido por Aznar, sino que sus palabras desataron en la izquierda, hermanada con la religión del profeta Mahoma, unas descalificaciones personales que, fuera de la Alianza de Civilizaciones, sonarían muy mal. No era el único. Florentino Portero dijo que el objetivo de Zapatero con su campaña por la Alianza era un "proyecto diplomático" para trasladar al mundo islamista que una parte de Occidente está dispuesto a hacer "concesiones importantes" con "tal de que no nos apunten a nosotros, sino que apunten a otro lugar". Gustavo de Arístegui ve que para los proponentes, el recorte de libertades es "la mejor forma de avanzar en la Alianza de Civilizaciones". Como para querer darle la razón, Máximo Cajal propondría combatir el terrorismo desde la "Alianza de Civilizaciones". Es decir, con un "concepto blando de la seguridad".

Nada parece desanimar a Zapatero, que proclama al mundo la tal Alianza como la solución definitiva para el conflicto de Oriente Medio. Alemania se desmarcó de la ocurrencia de Zapatero. Israel declaró que era “inaceptable” que Zapatero haya improvisado un plan sin consultar. Moratinos, desesperado ante el desinterés mundial por la propuesta de su Gobierno, lanza la pregunta: “¿qué debemos hacer, esperar y ver?". La Alianza o el abismo, parece sugerir. Zapatero avisa al mundo: no hacerle caso tiene graves consecuencias para la Humanidad. "El resultado de sus propuestas”, las de sus críticos, “es que cada vez hay más pérdidas de vidas humanas". Pero incluso sus escasos aliados en Occidente se van. Kofi Annan deja la secretaría general de la ONU entre acusaciones probadas de lacerante corrupción, no solo moral, y será sustituido el primero de 2007 por el surcoreano Ban ki-moon. Zapatero no desiste, y se acercó a la ONU a vender su idea.

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Alianza de Civilizaciones, José Carlos Rodríguez
La Alianza de Erdogan y Zapatero, GEES.




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