Juicio 11M: Sesión 19
Un controlador controlado


La jornada giró en torno a los avisos que recibieron la Policía y la Guardia Civil sobre el tráfico de explosivos de Toro y Trashorras antes del 11-M. Dos testigos protegidos coincidieron en que ETA les compró dinamita. Lavandera repitió lo dicho hasta ahora: que ya en 2001 los asturianos buscaban alguien que montara bombas en móviles. Su controlador en la Guardia Civil, el agente Campillo, fue apartado de la investigación tras reunirse con este confidente.

Fue una sesión de confidentes y controladores en la que los testimonios mezclaron esos papeles. Lo hizo el ex jefe de estupefacientes de la Comisaría de Avilés, Manuel García Rodríguez. "Manolón" controlaba al acusado Suárez Trashorras pero llegó a decir, para justificar las numerosas llamadas que recibía de su confidente, que el ex minero usaba las llamadas para tenerle controlado. Sólo dio tiempo a las preguntas de la Fiscalía, en este caso con Olga Sánchez en segundo término y con Javier Zaragoza, el fiscal jefe de la Audiencia, planteando unas preguntas muy dirigidas.

Antes compareció el ex confidente de la Guardia Civil, Francisco Javier Lavandera, en calidad de testigo protegido, y aseguró que Trashorras y Toro le ofrecieron en 2001 participar en la venta de explosivos. De Toro dijo que tenía contactos con ETA y que en una ocasión le comentó que la banda terrorista "estaba dispuesta a pagar mucho dinero" por encontrar a alguien que montara bombas a través de teléfonos móviles.

Lo denunció a la Policía pero allí no le tomaron en serio y "empezaron a reírse". Más tarde entró en contacto con la Guardia Civil, donde le asignaron al agente Campillo, quien declaró a continuación. El guardia civil afirmó que después de entrevistarse con Lavandera realizó un informe que entregó a sus superiores junto con la cinta que contenía la declaración de Lavandera. A continuación le apartaron de la investigación.



La ex novia de Zouhier fue otra de las personas que compareció como testigo protegido y señaló que su ex pareja le contó que trabajaba como confidente de la Guardia Civil pero añadió que pensaba que lo hacía para esconder que "era un delincuente".

Por la mañana, la sesión se centró en la finca de Morata y la casa de Leganés. También compareció el jefe de seguridad de Amena, compañía a la que pertenecían las tarjetas de los móviles usados el 11-M. El abogado de uno de los acusados deslizó en su interrogatorio que el compareciente, ex comisario, era amigo del funcionario de Policía que le pidió rastrear esas tarjetas el 12-M. Además, un testigo protegido declaró que "antes del 11-M" denunció a la Guardia Civil que Antonio Toro había
pactado con ETA
una entrega de explosivos y que se frustró porque la banda terrorista intentó robárselos. Lo supo a través de Nayo, compinche de Trashorras y su ex cuñado.

También por la mañana el presidente del tribunal ordenó identificar a una mujer que lució durante la sesión una camiseta con una caricatura de Mahoma. Era una víctima de la asociación que preside Pilar Manjón. No fue apercibida y pudo seguir el juicio en la sala habilitada para las víctimas.

La patata caliente, por Luis del Pino


 
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