Juicio 11M: Sesión 25
Pero no procedía detener a El Chino


La vigésimo quinta sesión del juicio no fue especialmente reveladora aunque dejó una cascada de testimonios, cerca de una treintena. Otra vez volvieron a quedar en evidencia actitudes incomprensibles de algunos agentes y mandos policiales. Ocurrió nada más empezar la vista, con la declaración de los guardias civiles que multaron a "El Chino" tres meses antes del 11-M. El supuesto islamista se mostró muy nervioso, llevaba varios cuchillos y una maza en el coche, ropa robada, un fajo de billetes, no tenía la documentación del vehículo. Pese a todo esto, los agentes no le detuvieron. Dijeron que "no era procedente".

Uno de los controladores de Rafa Zouhier y su jefe confirmaron lo dicho por "Víctor": que Rafa les había dicho que Toro y Trashorras podían "mover" 150 kilos de explosivos pero no informaron porque "no se acordaron". Además, Gómez Bermúdez se vio obligado a ordenar a la Policía que interrogase a uno de los testigos, que dijo poder ponerse en contacto con el huido "Nayo", el que relacionó a etarras con islamistas. El juez quiere que se determine si incurre en un delito de encubrimiento.

Otro de los testimonios llamativos del día fue el del ex agente de la Policía que recogió el día 13 de marzo de 2004 una cinta de reivindicación de los atentados depositada en una papelera cercana a la Mezquita de la M-30. No pudo precisar ante el tribunal quién fue el que le llamó para que se acercara a ese lugar. Dijo que sólo sabe que esa persona se identificó como jefe de Seguridad de Telemadrid. La hija de este ex agente trabajaba en la cadena autonómica de televisión y, según su relato, fue la que sugirió que llamaran a su padre, que vivía en la zona, para ganar tiempo.

Pasó por la sala Mohamed Chaoui, hermanastro de Jamal Zougam. Indicó a preguntas del abogado defensor del procesado que Zougam estaba durmiendo a las diez menos cuarto de la mañana del 11 de marzo de 2004. Además, aludió a un conocido de su hermanastro vinculado a un agente del CNI que se dedicaba a investigar en el barrio de Lavapiés "cosas relacionadas con ETA". Y negó que su hermanastro fuera el que compraba las tarjetas telefónicas que luego se vendían en el locutorio. Explicó que ante la Policía declaró esto porque "me pegaron e insistieron".

Pero una de las declaraciones más sorprendentes de este lunes fue la de Jaouad el Bouzorouti, imputado aunque finalmente no fue procesado. Era vecino del acusado Abdelmajid Bouchar y conocía además al huido al que se considera muerto en Irak, Mohamed Afalah. Afirmó, por dos veces, que la Policía se presentó en su casa el mismo día 11 de marzo sobre las siete u ocho de la tarde para hacerle preguntas sobre los atentados. En concreto, le preguntaron si conocía a Allekema Lamari, uno de los muertos de Leganés. Dijo también que la Policía le pegó y amenazó para que declarase ante Del Olmo que había visto a Bouchar con el considerado autor intelectual de los atentados, Youssef Belhajd. Asimismo le obligaron a decir que Bouchar había regresado de un viaje a Bélgica "más radical".

Vender el pescado, por Luis del Pino

 
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