Se confirma lo que aquí tantas veces hemos denunciado, la preocupante laxitud del Gobierno a la hora de emprender grandes reformas administrativas junto con una gran celeridad y precisión en el detalle para aumentar la presión fiscal de los ciudadanos.

Ermua fue el lamento de una sociedad civil horrorizada, es cierto, pero también fue la movilización de la sociedad civil para dar legitimidad al Estado en su tarea de derrotar a ETA.

Obstinadamente ignoramos este tipo de indicadores, que no dejan nada bien parado a nuestro sistema sanitario ni a sus ciegos defensores.

Si queremos evitar que vuelva a repetirse una situación como ésta, el Gobierno debería proceder a una reforma en profundidad del Estado de las Autonomías.

La casta autonómica se ha declarado a sí misma ajena a la crisis y el Gobierno es incapaz de levantar esa inmunidad presupuestaria, a pesar del mayor sufrimiento que esta desvergüenza generalizada está provocando en los contribuyentes.

Don Jesús Lainz sostiene que "los servicios sociales actuales no se deben ni a la República ni a los Gobiernos de la democracia. Tampoco a los socialistas, ni a la UGT o CCOO. Se lo deben a Franco"

Todavía no ha habido un Menéndez Pelayo que haga una historia de los heterodoxos gastronómicos. El Santo Oficio no tiene sitio en la cocina, aunque el de cocinero no sea un oficio santo.

El mejor, más fuerte y más solvente sistema financiero del mundo, estandarte del 'zapaterismo', se desenvuelve en estos momentos entre la ayuda para su salvamento, la desmembración y la liquidación por derribo de buena parte del mismo.

Berlanga habría rodado esta comedia que vive Rajoy, en la que el personal de a pie saca su alma de atracador, harto de que sólo roben los políticos.