Son criminales sin ningún tipo de escrúpulo a los que con frecuencia sólo cabe poner freno por medio de la fuerza, esa fuerza que para tantos sólo resulta repudiable si quien la ejerce es el Estado judío.
Dijo siempre lo que creía que tenía que decir, sin importarle si a quién podía resultar molesto. Lo que hace aún más valiosa su opinión y necesario su criterio.
Las críticas no pueden ser más patéticas viniendo de donde vienen, de esos demócratas norteamericanos enfurecidos, rastreros y anestesiados con su propio fracaso.