Hay que bregar por un final de ETA en el que no haya ningún tipo de impunidad para los responsables de los atentados que costaron la vida a 857 personas.
No hay excusas; pero los sindicatos privilegiados, el Gobierno y el resto de la clase política encontrarán alguna para seguir esquilmando el bolsillo del contribuyente y avergonzando a la ciudadanía.