Hay cosas en Cataluña que no cambiarán ni aunque el separatismo se dé un batacazo colosal y se pueda arbitrar un Gobierno no nacionalista sin hipotecas sociopodemitas.
Los nacionalistas aprendieron que no se trata de gobernar, sino de convertir el Estado en herramienta para hacer a la sociedad dócil a su proyecto totalitario.
Algunas 'leyes' en España son tan surrealistas que ni siquiera son leyes, porque están en contra del sentido común y de las costumbres más civilizadas.
La intervención de la autonomía no ha cumplido su cometido de restaurar el orden constitucional en el Principado y los separatistas no han sufrido las consecuencias de su ominoso golpe de Estado.
Si los sediciosos revalidan su derecho a seguir gobernando lo harán, sin duda, con el refuerzo moral que les otorgará la victoria en una consulta democrática e impoluta.
El más miserable de los dogmas del feminismo de género es el que dice que el sexo masculino como un todo ha organizado, histórica y estructuralmente, una caza en manada contra las mujeres.