¡En pie todos unidos, famélica legión!
Llegó por fin el día de la revolución,
de demostrar gozoso mi nueva condición
de casta advenedizo, de nuevo ricachón.
Más allá de lo evidentemente corrupto que fue, como antes que él el felipismo y tras él el zapaterismo, está la obvia voluntad de Zapatero y Rajoy de ennegrecer el aznarismo.
En esta época amenazada por el golpismo nacionalista y el populismo totalitario, en el que un juez es acosado por el mismísimo ministro de Justicia, el ejemplo y las ideas de Unamuno son hoy tan necesarios como en 1936.