La única negociación racional es la que urge entablar entre los partidos leales a la Constitución, con luz y taquígrafos, para convocar sin tardanza elecciones en España.
Gobernar forzando cuanto sea necesario las normas para hacerlo como si dispusiera de una mayoría que está muy lejos de tener es un atentado contra la democracia.
No es descartable que la renovada confianza que los directivos de Agbar tienen en el Gobierno nacionalista-insurreccional sea una especie de seguro de permanencia en el negocio.
El centrista vendría a ser un pragmático con principios, escéptico comprensivo, desconfiado innovador, negociador transaccional y patriota constitucional leal al Estado de Derecho.