En las dictaduras, a esos que no callan, que disienten, que se oponen, también los llaman provocadores y los acusan de romper la paz de la convivencia.
Parece ser que la capitulación de la banda ETA incluye cláusulas como la extinción de todo rastro de españolidad en las provincias vascongadas y en Navarra.
Unas elecciones ahora solo se traducirían en un mayor afianzamiento mítico de la figura de Junqueras, elevado en el universo sentimental catalanista a protomártir de la patria tras la petición de la Fiscalía.
Todavía hay tiempo para reaccionar y para que los líderes del PP, Ciudadanos y Vox acuerden una estrategia conjunta en defensa de la Nación y de la libertad.
El peligro no está en la fuerza de los golpistas encarcelados sino en los que los apoyan desde fuera, con el Gobierno de España y sus socios a la cabeza.