La gente que vota a partidos antiinmigración no se ha vuelto loca ni rabiosamente xenófoba. Está reaccionando ante dificultades relacionadas con el empleo, los salarios, las prestaciones públicas, etc.
Debe priorizarse un modo de recepción basado en lo que ha hecho a EEUU el foco más atractivo para todos aquellos que han huido de la pobreza o el miedo.