Cuando los intelectualos de izquierdas, los que hablan en nombre de la clase obrera, se encuentran a un obrero de verdad se suelen llevar un susto de muerte.
Si de los debates entre los candidatos en la televisión tuviéramos que extraer una predicción, diríamos que el domingo saldrá de las urnas un Gobierno de España a la andaluza.
No se habló de Franco, señores. Ni una puñetera palabra, a pesar de que Sánchez e Iglesias llevan meses dándonos la tabarra con la profanación inminente de su tumba como un acto de extraordinaria urgencia y primerísima necesidad.
La despreciable maniobra del tránsfuga Garrido y sus compinches 'ciudadanos' no ayuda en nada a la unidad de los constitucionalistas para desalojar al felón Pedro Sánchez de la Moncloa. Todo lo contrario.
Quien vende a sus conciudadanos es, sencillamente, una mala persona. Y quien pasa de decir "convocaré elecciones cuanto antes" a "agotaré la legislatura" es, además, un mentiroso.