No le faltaba razón a Santiago Abascal cuando dijo que, en realidad, la meta última de esta corriente revisionista con forma de Ley es el fin de la monarquía.
Su oposición a este movimiento político y académico se oculta más que su condición de sacerdote secularizado. En las webs de los activistas de la memoria histórica Juliá recibe insultos y ataques.
Jordi Pujol fue el principal constructor de este gran aparato embrutecedor que opera en las aulas para producir españoles enfermos dispuestos a dejarse arrastrar por tsunamis de odio a España.