Para todos aquellos que intentan demostrar que la izquierda y el nacionalismo son incompatibles, el caso de Podemos es un hueso especialmente duro de roer.
La ingeniería social es tan poderosa que se incardina no solo en la izquierda (sedicentemente progresista) sino en la derecha (sedicentemente centrista).
Penalizar el progreso y la productividad es el proyecto fiscal de la izquierda, esa amenaza de primer orden para las libertades y la prosperidad de los españoles.
Los números no son fascistas ni antifascistas. Y esos números indican de modo estadísticamente indiscutible que existe una correlación positiva entre inmigración y delincuencia.
Vox cultiva la rara virtud del patriotismo. PP se fundamenta en la tradición. Cs resalta la libertad. PSOE predica la igualdad. Unidas Podemos se basa en el resentimiento.