A punto de entrar en el octavo año de la última fase del proceso separatista (la que activa Artur Mas en 2012), el panorama en Cataluña es la pura desolación.
Aquí no se salva nada más que el Jefe del Estado, quien otra vez, y cada día que pasa más solo que la una, se atrevió a pronunciar que España es una nación.
Cataluña y Vasconia son prácticamente independientes a la vista de una buena parte de la opinión pública. En ellas no están presentes muchos de los poderes del Estado.
Las palabras de Don Felipe constituyen una muy necesaria inyección de optimismo y confianza en unos momentos en que buena parte de la clase política invita a todo lo contrario.
La alianza entre PSOE, Unidas Podemos y Esquerra significa una verdadera traición al espíritu constitucional. Recuerda al Frente Popular que acabó con la II República.