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Andalucía

Marín, destapado por Hervías, se abraza a Arrimadas y siembra de dudas el futuro andaluz

Más de cinco diputados andaluces de los naranjas estarían dispuestos a desbancar a Juanma Moreno.

Más de cinco diputados andaluces de los naranjas estarían dispuestos a desbancar a Juanma Moreno.
Juan Marín. | EFE

Pues el susto y sospecha no abandonan al gobierno del "cambio" en Andalucía. La izquierda andaluza al unísono se ha conjurado para la moción de censura que desbanque a Juan Manuel Moreno de la presidencia en cuanto sea posible. Sólo necesitan convencer a cinco diputados de Ciudadanos para conseguirlo y pedir permiso a Pedro Sánchez para consumarlo.

Según las fuentes de Cs, más de cinco diputados andaluces de los naranjas estarían dispuestos a tal operación. Pero no se hace. ¿Por qué? Porque Pedro Sánchez quiere cargarse a Susana Díaz primero y apartarla de su camino para siempre. Esto lleva tiempo y seguramente unas primarias. Pero luego… la operación "cambiazo" sin urnas estaría preparada.

Hasta ayer, se creía que Juan Marín pensaba que sería buena una confluencia Cs-PP en las próximas elecciones bajo la forma de coalición o candidatura pactada. De hecho lo insinuó hasta que Inés Arrimadas puso frenillo a su lengua con un NO como una casa. A partir de ese momento, Marín negó como san Pedro, más de tres veces, lo que él mismo dejó caer en presencia, no se olvide, de Albert Rivera.

Pero el movimiento de Fran Hervías ha forzado la máquina de Marín al que el futuro en el PP se ha puesto bien difícil tras la evidente incorporación de El Lobo al staff de organización del PP. Marinado en el PP por la maniobra de su enemigo interno y mortal, se decantó ayer por el apoyo total a la Inés Arrimada de la moción de Murcia ganando peso específico en su Ejecutiva Permanente porque colocó a otro de los suyos, Guillermo Díaz.

O sea, Arrimadas confía en Marín y en los suyos. Y también en Ignacio Aguado. Y en Begoña Villacís. Y viceversa. Esto tiene que tener un significado que ilumina de forma notable la postura de Toni Cantó, que tuvo que dimitir por su decisión de apoyar al PP.

Marín aprovechó su estancia triunfal en Madrid para considerar que su enemigo Hervías, competidor en maniobras oscuras para controlar el partido en el Sur, se ha desacreditado tras su salto clamoroso al PP, un PP mucho más moderado que la AP de Fraga de la que fue candidato Marín en 1982. Es más, dijo que Hervías nunca fue realmente de Ciudadanos a pesar de haber sido secretario de Organización de Albert Rivera casi desde la fundación del partido.

Más humor parece haber destilado cuando dijo que Arrimadas daba "miedo" a sus enemigos, sin concretar quiénes eran y cuánto tiemblan, y se alineó totalmente con ella y con sus obras, las de Cataluña que condujo a un desastre electoral, y las de Murcia, que la ha despeñado en la opinión pública.

Si esto es así habiéndose demostrado que Arrimadas se ha implicado y achicharrado en una operación de acoso y derribo del PP de Pablo Casado y García Egea en Murcia, es evidente que Juan Marín, vicepresidente nada menos de la Junta de Andalucía, ha elegido estar con quienes, cuando menos, no renuncian a ser partido bisagra de Pedro Sánchez y sus socios en un futuro indeterminado.

La nueva situación implica que la dirección oficial Ciudadanos en Andalucía no descarta, ni teórica ni prácticamente, la posible inclinación a la izquierda que precisa la conjeturada moción de censura para lo que tendría que amigarse, no sólo con el PSOE sino con Podemos e incluso con los Anticapitalistas de Teresa Rodríguez.

La teoría política de Marín, por ahora, es que el PP de Andalucía no tiene nada que ver con el PP de Casado y García Egea y que la alianza de PP y Cs en el "oasis" del Sur es firme, se supone que mientras Moreno y Bendodo sigan distanciados del equipo que dirige el PP nacional. En esta teoría no se contempla la crítica a una trayectoria ineficaz y corrupta de un régimen socialista que duró casi 40 años, como no la contempló cuando sirvió de muleta al último mandado de Susana Díaz.

Sin embargo, la operación andaluza de derribo de Juan Manuel Moreno y su gobierno tiene que hacerse antes de que se convoquen las elecciones andaluzas, convocatoria que puede ser anticipada por el mismo Moreno que ya habrá puesto sus barbas a remojar tras el ejemplo de Isabel Díaz Ayuso. Después de las elecciones, tal vez sea imposible.

Las expectativas electorales de Ciudadanos en las muestras demoscópicas disponibles, incluso en las de gestación socialista, son muy malas. De los 21 escaños de que dispone ahora pasarían a cinco se celebrarse elecciones ahora, mientras que PP y Vox estarían más cerca de la mayoría absoluta y el PSOE sólo podría gobernar con los restos de Ciudadanos, si el desastre no es total.

Pero, ojo, como se anticipa en Málaga, por ejemplo, a pesar de la presencia firme de Marín en la ciudad y en la provincia, Ciudadanos quedaría fuera del Ayuntamiento de la capital. De continuar el descalabro naranja, algo que parece obligado tras el circo nacional en varias pistas que se ha montado, tal vez no fuera posible tras las elecciones formar siquiera un gobierno superFrankestein con presencia de los náufragos de Ciudadanos junto a los "anticapis" de Teresa Rodríguez y Podemos, además del PSOE andaluz. O sea, lo que haya que hacer habrá que hacerlo pronto.

Pero Pedro Sánchez aún no está seguro de poder derrotar en unas primarias a Susana Díaz y ahí anda tanteando las candidaturas del alcalde de Sevilla, Juan Espadas o la feminista Lina Gálvez, que no es patanegra del PSOE. Y tal vez, quién sabe, María Jesús Montero que tampoco es pata negra. O sea, que por ahora no tocan mociones que valgan no vaya a ser que tuviera que ser, de nuevo, Susana Díaz la presidenta de la Junta.

Y por su izquierda, la división es radical, algo que mostró ayer Teresa Rodríguez con la semblanza que trazó de Pablo Iglesias en todos los medios de comunicación: un frivolón de cámara. O sea.

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