La abstención de la militancia andaluza ha sido casi del 50 por ciento, lo que da una idea del escaso interés que ha suscitado la batalla de facciones en la base del partido que, una vez más, le ha dado la espalda a una Susana Díaz en situación precaria porque carecía de poder "persuasor" sin cartera de puestos y cargos a repartir, algo que sí tiene el candidato sanchista.
De este modo, acaba en el PSOE de Andalucía una etapa marcada por el dominio del aparato ejercido por Susana Díaz y se demuestra una vez más que el control de Ferraz es decisivo como lo es el control de la Delegación del Gobierno en Andalucía y todo el aparato del gobierno en las ocho provincias andaluzas.
Con este resultado, y dado que Espadas ha superado el 50 por ciento en la primera vuelta, la segunda vuelta es innecesaria y el candidato socialista a presidir la Junta de Andalucía será el actual alcalde de Sevilla, que tendrá que dejar su cargo cuanto antes.
No ocurrirá lo mismo en el PSOE andaluz en el que Susana Díaz seguirá siendo secretaria general hasta la celebración de su congreso regional que tiene que tener lugar después del congreso federal nacional previsto para el próximo otoño.
Esto quiere decir que, a menos que Susana Diaz renuncie a su cargo por propia voluntad y de manera inmediata, en los próximos meses habría una bicefalia inédita por cuanto haría un candidato a la presidencia de la Junta enfrentado a la secretaría general del propio partido.
Igualmente, salvo una dimisión de Susana Díaz facilitando la constitución de una gestora afín ya al nuevo candidato a presidir la Junta –que siempre ha sido simultáneamente secretario general salvo en el caso de Rafael Escuredo que tuvo a José Rodríguez de la Borbolla como secretario general–, la actual jefa del PSOE andaluz podría optar, en las primarias para el congreso regional, a continuar en su cargo de secretaria general.
A la vista de los resultados, no cabe duda de que la segunda federación andaluza del PSOE, la de Jaén, ha sido decisiva en la victoria de Espadas ya que de haber apoyado a Susana Díaz, como lo había hecho hasta ahora, la derrota de la trianera no habría sido tan clara.
En la decantación de Jaén hacia el apoyo con escasas fisuras hacia Pedro Sánchez ha tenido que pesar de manera decisiva el que la base logística del Ejército de Tierra, destinada en un principio a Jaén, fuese finalmente adjudicada a Córdoba ilustrando de modo inequívoco que no estar con Pedro Sánchez tenía graves consecuencias para el PSOE provincial.
Igualmente, la enemistad cultivada por Susana Díaz en otros feudos, como el de Huelva, donde dejó de ser apoyada por el clan Jiménez-Caraballo, que dirige el PSOE onubense parece haber sido determinante. Pero habrá que esperar al término del recuento para un análisis más preciso de los resultados.
De momento, lo que ya parece claro es que Susana Díaz, que en 2016 parecía la cabeza visible de un PSOE opuesto a los pactos con separatismos, a todo tipo de referéndum en Cataluña y hacer concesiones a los separatistas, ha terminado su carrera política a manos de un verdugo, Pedro Sánchez, que no ha perdonado la operación dirigida por la sevillana que le obligó a dejar temporalmente la secretaría general del PSOE. Susana Díaz no supo administrar su pírrica victoria y ahora ha comprobado que está fuera de todo juego de futuro en el PSOE.
La victoria de Espadas puede interpretarse naturalmente como el decisivo aviso de Pedro Sánchez a las baronías que aún quedan en algunas federaciones regionales, como Extremadura, Castilla la Mancha, Valencia y Aragón, por señalar las importantes, sobre el porvenir que espera a quien se le oponga en el interior del partido. Ahora, Sánchez tiene las manos libres para proceder a la purga interna que se espera en el futuro congreso federal.