A diferencia de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, que luchan para evitar que el resultado en Andalucía se interprete en clave nacional -el primero por el previsible fracaso y el segundo por un posible pacto con Vox- Santiago Abascal es el único de los grandes líderes que ha planteado la batalla andaluza como si se tratara de unas generales.
El líder de Vox se está volcando con su candidata, Macarena Olona, a la que acompaña en todos los mítines que celebra el partido, además de centrar sus discursos en hablar de los problemas que afectan a España, no sólo a la comunidad. El director de campaña es el propio jefe de gabinete de Abascal, el diputado por Guadalajara Ángel López.
Inmigración, unidad nacional o educación están siendo los ejes de campaña, sin descuidar propuestas económicas de carácter más autonómico, aunque apostando decididamente por los asuntos que afectan a todos el país, asumiendo incluso críticas por incluir propuestas en su programa electoral que son competencia del Estado, como es la seguridad.
El partido no se resigna a hablar sólo de cuestiones locales, sino que enarbola ideas que trascienden a Andalucía como es la ideología de género, la memoria histórica o el excesivo gasto público por el mantenimiento de una administración sobredimensionada, con todo tipo de duplicidades.
Lo que Vox se juega en Andalucía
Se trata de una apuesta arriesgada ya que puede trasladar una falsa sensación de descuidar los problemas que afectan más directamente a los andaluces, pero evidencia hasta qué punto estas elecciones son trascendentales para Abascal, no sólo por ser la segunda comunidad en la que están en disposición de gobernar, sino por sus implicaciones nacionales.
El partido se juega constatar hasta qué punto han crecido realmente en estos tres años, al ser la primera comunidad en la que parten de un buen resultado; de los posteriores pactos dependerá la relación que mantengan con el PP en el futuro, especialmente de cara a las generales; y podrán medir el valor de su marca cuando presentan un candidato de peso.
Santiago Abascal y Macarena Olona han repetido en infinidad de ocasiones, durante los mítines, que las elecciones andaluzas son "el primer paso para llegar a La Moncloa", sin ocultar sus aspiraciones de convertir la región en el trampolín definitivo que les sitúe en disposición de gobernar España. De ahí la apuesta tan decidida que han hecho al presentar como candidata a uno de sus perfiles más potentes, a pesar de la pérdida que supone para el grupo parlamentario.
El choque con Sánchez y Feijóo
Otra muestra del carácter nacional que impregna la campaña de Vox son las duras intervenciones de Abascal contra Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, a los que equipara permanentemente, poniendo en cuestión los motivos por los que el PP busca acercarse al PSOE cuando le ofrece negociar determinados acuerdos.
Mientras el PP apuesta por obviar a Vox, en el mejor de los casos, cuando no directamente les ningunea al negarles la posibilidad de gobernar con ellos, los de Abascal han salido a confrontar con el que podría ser su socio de gobierno. "La única opción del PSOE de volver a mandar en Andalucía se llama Juanma Moreno", dijo el pasado fin de semana el líder de Vox, elevando considerablemente el tono de su crítica.
Que las elecciones andaluzas tienen importantes implicaciones nacionales para el panorama político español lo demuestra el hecho de que todos los partidos busquen ocultar o destacar su resultado, en función de los intereses de cada uno.
Andalucía puede convertirse en un punto de inflexión y avanzar la tendencia favorable a la derecha que comenzó en Castilla y León, aunque adquiere especial relevancia por tratarse de un feudo tradicionalmente socialista. Conocer hasta qué punto está desmovilizada la izquierda servirá de aviso a Pero Sánchez y sus socios de gobierno.