El calor recorre las calles de Sevilla como un soplete. Cerca del campo del Betis, en el barrio de Heliópolis, se resguarda de las altas temperaturas el cantante y compositor musical José Manuel Soto. Lo hace en una casa estilo torreón que rezuma andalucismo y familia. Fuera, con el blanco de sus fachada y la buganvilla arqueada en la entrada; dentro, con innumerables fotografías y recuerdos personales. Nos abre la puerta acompañado de Pilar, su guapísima mujer con la que lleva treinta y tres años casado.
Por ella no escribió su canción más coreada, pero sí decidió amarrar su vida a la ciudad que le vio nacer y crecer. "Siempre pienso que tres o cuatro años en Madrid me hubieran venido bien para mi carrera musical. Pero yo estaba enamorado de esta mujer, y me quería asentar aquí... Al final eres consecuencia de tus decisiones", cuenta el artista a Libertad Digital en una larga conversación con motivo del concierto que ofrecerá en la Maestranza de Sevilla el próximo 21 de junio.
Estamos en las vísperas de unas elecciones autonómicas. Y aunque intentamos pasar por de puntillas por la política, por los daños colaterales, es inevitable algún comentario a la gestión de Juanma Moreno, de quien Soto se confiesa un admirador: "En Andalucía es buenísimo que siga". De las virtudes del presidente de la Junta y candidato a la reelección, destaca el talante de hombre moderado, tranquilo, humilde y cercano con la gente. También tiene buenas palabras para el candidato socialista, Juan Espadas, pero admite que está lastrado por el pasado de su partido y lo que está pasando en el Gobierno central.
En los últimos años se ha convertido en protagonista inesperado de la actualidad por sus críticas al sanchismo, que le han costado vetos en más de un sitio. Pero él matiza: "No soy un hombre ideológico ni extremista. He intentado luchar contra la supremacía moral de la izquierda cuando intenta imponer su visión del mundo". Aún así, el sevillano está alejado del sectarismo y guarda amistad con personas de todos los colores posibles.
Quizá la extensa y variada obra musical que ha ido labrando el artista durante su trayectoria ha quedado en un segundo plano como consecuencia de los prejuicios que ha suscitado en la gente por sus comentarios y su imagen, malinterpretada como clasista. Pero la cifra, ahí queda: más de trescientas canciones con su firma y éxitos rotundos como Déjate querer, La pared o Para olvidar un amor, que multitud de personas siguen cantando y bailando por todo el mundo al más puro estilo andaluz.
JM Soto es el cuarto de nueve hermanos. Creció en las mismas calles en las que ahora vive, con el deseo de dedicarse al mundo del deporte, que era lo que más le llenaba al principio de su vida. Se inició en la carrera de derecho, que nunca llegó a terminar. Y aunque tuvo inquietud por la música desde los doce años, escuchando los vinilos de Serrat, los Beatles o Cats Stevens, nunca pensó que terminaría ganándose la vida con su voz y su guitarra.
Fue el coro de la Hermandad del Rocío de Triana el germen de una carrera marcada por los altibajos en lo que a la producción de discos se refiere, pero siempre fructífera en los conciertos, su punto fuerte. Tras haber pasado por la escuela de la corporación rociera más señera de Sevilla, empezó a ganarse la vida en actuaciones privadas. Ya en 1986 grabó su primer disco, pagado por él mismo y del que "se vendieron muchísimas copias". Nunca ha compuesto por encargo, ha echado en falta formación musical y confirma que la creatividad también se trabaja.
Aunque ha gozado de mucha popularidad, a veces se lamenta de algunas decisiones que, a su juicio, le han impedido llegar más lejos. Como, por ejemplo, establecerse durante largas temporadas en la capital de España, donde siempre surgían más oportunidades. Sin embargo, también reconoce que "el mundo del espectáculo es difícil de compaginar con una familia". Y para él la familia "es una cosa importante, que te pone los pies en el suelo". Definitivamente, en su vida ha primado lo segundo en detrimento de lo primero.
De jovencito no niega que metió la pata "mil veces", relatando que "cuando tienes veintiséis años, estás soltero y ganas dinerito... La calle tiene mucho peligro". Pero el cantante no se considera callejero. Más bien prefiere "el campo, que es más sano". De hecho su afición a los caballos también se convirtió en una vía profesional durante una época, organizando el "Raid Al Andalus", una carrera ecuestre que recorría la comunidad andaluza de punta a punta y que le reportó grandes satisfacciones.
Como bien ha pregonado en sus letras, es un enamorado de su cuna y sus tradiciones. "Andalucía es una tierra con mucha alma, con mucha raíz, personalidad. Es difícil despegarse de ella, te condiciona", relata a LD. "Cuando estás fuera de ella, te falta algo", añade. Unas palabras que bien se comprenden con uno de los grandes himnos de la capital andaluza: Cuando vuelva a Sevilla en primavera. Una canción que compuso durante las largas temporadas de gira. "Me iba de viaje muchos meses y pensaba, veremos a ver si no vuelvo a Sevilla. Pero en realidad no me fui del todo. Y eso lo he visto en mucha gente, esa necesidad de volver".
Gracias a su profesión ha podido conocer a multitud de rostros conocidos: Camarón, Paco de Lucía, Rocío Jurado. Pero una de las cosas más grandes que le ha pasado cuando le contaron que lo que le ocurrió a una joven admiradora que llegó a estar en coma profundo. "Sus padres le reprodujeron mis canciones para ayudarla. Y ella, al despertar, reconoció que había estado escuchando mi música. Al final, de alguna manera le ayudé a volver a la vida".
Ahora recuerdos como ése engrosan unas memorias que está escribiendo y que recomienda hacer a todo el mundo. Pero no es el único proyecto que le roba el tiempo. El próximo martes 21 de junio volverá a pisar, por segunda vez en su vida, las tablas de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, acompañado por una orquesta sinfónica y por grandes artistas. Entre otros, sus hijos, Mi Hermano y Yo. A los que reconoce el talento y la dificultad para labrarse un camino.