No cabe duda de que el padre Francisco, al que la Policía Nacional atribuye al menos cuatro agresiones sexuales y cinco delitos contra la intimidad, siempre fue un tipo singular. La vida del sacerdote, que fue detenido el pasado 11 de septiembre, siempre estuvo marcada por la religiosidad. Pero entendida desde un relativismo que poco encajaba con el dogmatismo de la Iglesia Católica.
El ejemplo que recibió de su madre tampoco fue muy convencional que digamos. La mujer fue monja clarisa, pero terminó colgando los hábitos. Aparentemente la crisis no fue de fe, puesto que después fue catequista y también se la transmitió a su hijo "desde chiquitillo" (dijo él en varias entrevistas). En cualquier caso, no terminaba de encajar. Y así le pasaría después a su vástago. Dice el refrán que "de tal palo, tal astilla".
Él comenzó sus primeros estudios como religioso en 2008 e inició su carrera hacia el sacerdocio en 2013. Según comentaba, había sido fraile trinitario desde los 18 años (aunque ahora la orden niega que lo llegara admitir como miembro de pleno derecho) y después ingresó en el seminario. Fue ordenado como sacerdote el 24 de junio de 2017, a la edad de 27 años, en la Catedral de la Encarnación de Málaga.
Pasó por los municipios malagueños de Ardales y Carratraca. Y, en 2021, se convirtió en el párroco de Santa María de Micaela de Melilla. En el ínterin, se planteó si seguir adelante con "el proyecto que Dios tenía" para él -dijo a La Opinión de Málaga siendo seminarista-. La vida que debía llevar como sacerdote le hacía dudar, reconoció en varias entrevistas. Sin embargo, se sobrepuso a ellas y siguió con el camino que había iniciado.
Un cura enrollado
Una vez en la ciudad autónoma, empezó a moverse como pez en el agua. Se mostraba como un cura "joven y enrollado" con sus feligreses. Hizo amigos y se establecieron vínculos fuertes con la religión como nexo de unión. Uno de ellos con la que fuera su novia, una mujer muy devota (al menos en la teoría, porque no le importó convivir con un sacerdote).
La vida del ‘padre Fran’, como le llamaban algunos, siempre llamó la atención. "Le gustaba la juerga", han asegurado algunos de sus vecinos de aquella época en distintas intervenciones televisivas. Por lo visto era habitual que celebrara fiestas -con alcohol y música alta- en su casa y esto ocasionaba molestias en la comunidad en la que residía.
Cuando él reconoció en una entrevista haber tenido dudas sobre su objetivo de ser sacerdote, ya mencionó que uno de los motivos fue que le encantaba "salir" con sus amigos. En eso no mintió. Eso también provocó que fuese la comidilla en Melilla, ciudad en la que vivió algo más de un año. Bebía, fumaba y actuaba como un joven más.
Tanto es así que en los últimos tiempos su relación sentimental con una feligresa era ya un secreto a voces. Se trata de la mujer que a finales de agosto acudió a dependencias policiales para entregar el disco duro con grabaciones del sacerdote que había encontrado en la vivienda que compartían y que le parecían sospechosas. No se equivocaba.
Cambió tras su traslado
La duda está en qué ocurrió desde el mes de enero hasta agosto. A principios de año, el padre Francisco fue trasladado a la Diócesis de Málaga, supuestamente "por motivos de salud". Todo apuntaría a que se le dio un toque de atención y fue apartado. No está claro si fue sólo por su noviazgo con la mujer mencionada o si es que ésta ya les comunicó entonces que había encontrado el material que el sacerdote guardaba en la casa que compartían.
Algunas fuentes hablan de que ella les habría dicho que tenía en su poder algo que podría constituir un delito, pero sin concretar de qué se trataba. Y sería entonces cuando la diócesis le habría recomendado que acudiera a la policía y habría procedido a enviar al cura de vuelta a la Costa del Sol. En cualquier caso, la cuestión es que la actitud del sacerdote cambió. Al menos, de cara a la galería.
Llegamos a esta conclusión porque la opinión que han manifestado muchos feligreses de los municipios malagueños de Yunquera y El Burgo, en los que ofició misa hasta su detención, va justo en el sentido contrario a la que han emitido los que le conocieron en la etapa de Melilla. "No se integraba con la gente", coinciden en afirmar algunos de ellos.
Algo que -sin duda- llama la atención teniendo en cuenta el carácter abierto y desenfadado que había mostrado hasta su regreso a la provincia de Málaga. Quizás era consciente -o alguien le advirtió- de que era recomendable que mantuviera un perfil bajo y no hiciera nada que levantara sospechas (tanto si era por su relación sentimental como por los hechos delictivos que le atribuyen los investigadores).
Ocultaba un depredador
A tenor de la información facilitada por la Policía Nacional, no hay lugar a dudas. Estamos ante el caso de un depredador sexual. El padre Francisco aprovechaba el clima de confianza se establecía con sus feligresas para agredirlas sexualmente sin que ni siquiera se enterasen -incluso en la casa parroquial-, ya que les suministraba alguna sustancia que anulase su estado de consciencia.
Todas las víctimas -al menos las que aparecen en las grabaciones que ya han sido analizadas- eran adultas y de su círculo de amistades. No obstante los agentes "están examinando en este momento todo el material que había en su casa", confirman fuentes policiales a Libertad Digital. Creen que saldrán a la luz "más casos", a medida que avance la investigación.
El primero de los abusos almacenado en el mencionado disco duro se habría producido en 2017, el mismo año en que el padre Francisco fue ordenado sacerdote. Y el resto, desde ese año hasta 2019. Sería muy extraño que no hubiera cometido ninguna agresión sexual ni antes ni después dado el perfil del arrestado, que ahora acusa a su ex novia de haber actuado por despecho.