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Plinio Apuleyo Mendoza

El diálogo inútil

Durante la entrevista que sostuvieron la semana pasada en Madrid, Felipe González le dio a Alvaro Uribe Vélez, candidato a la presidencia de Colombia, una opinión nada piadosa a propósito de la política que conduce el gobierno de Andrés Pastrana con la guerrilla. “La paz se ofrece, no se suplica”, le dijo. De su lado, Aznar -según me contó un amigo- le habría hecho a Pastrana una grave advertencia. “Estás perdiendo la guerra, Andrés”. Ni el presidente del gobierno español ni el dirigente socialista encuentran razonable dialogar en medio de secuestros, extorsiones y masacres. Es que, como se lo dijo al corresponsal de El Tiempo el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, con el terrorismo no se negocia.

¿Intransigencia propia de una España enfurecida por los atentados de ETA? No lo creo. Es otra cosa. Sucede que en todas partes se extiende la convicción de que el gobierno colombiano ha sido víctima de un flagrante engaño por parte de las Farc y del Eln. Lo que en un principio parecía un propósito admirable de Andrés Pastrana se ha convertido en una realidad siniestra. ¿Y cómo podría ser visto de otra manera, cuando la zona del Caguán otorgada a la guerrilla, en vez de laboratorio de la paz, se ha convertido en campo de concentración de policías, militares y civiles secuestrados, en centro de operaciones de la droga, en base militar y zona de reclutamiento forzoso y de expropiaciones arbitrarias? Todo ello, sumado a los 3000 secuestros y los 27 mil asesinatos ocurridos en el año, demuestra que no vamos por un camino de paz sino por un camino de guerra y de guerra intensificada por estas cándidas y suicidas concesiones.

¿Dónde está el engaño? El expresidente colombiano Alfonso López Michelsen, más lúcido y entero que nunca a sus 87 años, acaba de explicárnoslo en su entrevista a la revista “Cambio”. “La verdad -dijo- es que la aspiración de la guerrilla es el poder y el poder no es conversable ni negociable”. “Voilà”, dirían los franceses. Ahí esta todo el “quid” del asunto. Según informes de muy buena fuente, a Fidel Castro y a su discípulo Hugo Chávez las Farc le han hecho saber que pueden ganar la guerra. De modo que la hipótesis sobre la cual se han erigido las ilusiones de paz de Pastrana se revela trágicamente equivocada. La guerrilla no busca la paz. No hay transacción posible con ella por las mismas razones -dice también López- que no pudo haberla entre el zar de Rusia y Lenín. España tiene razón: nunca se puede dialogar con terroristas. No es la bobería sino el liderazgo y la firmeza lo que puede salvar a un país tan amenazado como Colombia.

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