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Fundación Heritage

La primera entrevista de Obama

El acto en sí de escuchar muestra respeto, lo cual suena como una buena idea, pero si Mitchell hablase con la ex secretaria para la Diplomacia Pública Karen Hughes, se enteraría de que probablemente sólo conseguirá que le quemen la oreja.

El mundo árabe sigue sintiendo una sensación de entusiamo por la entrevista que concedió el presidente Obama al servicio de noticias árabe Al-Arabiya. "Enormemente positiva" es la descripción que da la web del Departamento de Estado a la reacción en Oriente Próximo. ¿Fue algo en especial de lo que dijo Obama lo que los ha entusiasmado tanto? Lo más probable es que fuera el simple acto de hablar al mundo árabe a través de uno de sus propios medios y por el origen identitario y de parentesco de Obama. Una cosa sí es segura: Obama nunca podrá responder a las expectativas que ahora ha generado a menos que tenga una varita mágica oculta en la Oficina Oval.

Con todo, la entrevista fue una inspirada demostración de diplomacia pública, más que cualquier cosa que se haya podido vislumbrar en los planes públicos de diplomacia de la administración Obama. En varias ocasiones exhortamos a la administración Bush (en esta columna y en muchas otras) a que el presidente fuera a la televisión árabe y de hecho, en 2004, Bush lo hizo aunque no consiguiera exactamente el efecto que ha tenido Obama.

Al parecer, Obama decidió de improviso conceder la entrevista al corresponsal en Washington de Al Arabiya, el cual había estado pidiéndole una entrevista al enviado para Oriente Próximo, George Mitchell. La elección de Al Arabiya se debió probablemente al hecho de que la cadena saudí (con la que Bush también habló) es menos beligerante de lo que habría sido Al Yazira, que por su parte ignoró deliberadamente el hecho de que Obama se había dirigido al mundo árabe).

Según contó el entrevistador Hisham Melham en la radio pública americana (NPR), a él le avisaron la mañana del lunes, el día de la entrevista, que tendría un invitado un poco más interesante que George Mitchell. "A las 9 de la mañana del lunes, alguien me llamó de la NSC y me dijo: ¿Le gustaría entrevistar al presidente de Estados Unidos a las 5 de esta tarde?".

El efecto que se buscaba era demostrar al mundo árabe que en la primera semana en el cargo, Obama se tomaba el tiempo de dirigirse específicamente a ellos y de hacerlo en unos de sus propios populares medios de comunicación. De un golpe, Obama consiguió dirigirse a cientos de millones de personas. Pero, exactamente, ¿cuál fue su mensaje?

Fue un mea culpa por la tendencia americana a "dictar" en lugar de escuchar cuando se trata de problemas internacionales. Había una vagamente expresada sensación de respeto por la forma de vida árabe (ya sabe, no más palabras ofensivas sobre democracia y libertad) y la esperanza de restaurar las relaciones con el mundo árabe al nivel de hace 20 ó 30 años (que sería durante la crisis del petróleo a finales de los años 70, cuando uno se pensaba que ésa fue una época en la que de hecho no deseríamos estar otra vez).

Obama prometió que animaría a israelíes y palestinos a encontrar un entendimiento mutuo con la ayuda de Estados Unidos, exactamente la política de Bush. Luego prometió que el enviado especial George Mitchell iría y escucharía la letanía de problemas israelíes y palestinos. Ahora, el acto en sí de escuchar muestra respeto, lo cual suena como una buena idea, pero si Mitchell hablase con la ex secretaria para la Diplomacia Pública Karen Hughes, se enteraría de que probablemente sólo conseguirá que le quemen la oreja y acabará con un dolor de cabeza como si le fuera a explotar en mil pedazos. A pesar del liviano contenido de la entrevista, la cadena CNN la alabó como "el mensaje que el mundo musulmán estaba esperando".

¿Cómo afectará esta entrevista el estado de la diplomacia pública de la administración Obama? Obviamente manifiesta que el nuevo presidente es muy consciente de la importancia de dirigirse directamente al público extranjero.

Las instituciones públicas de diplomacia del Gobierno de Estados Unidos, a cargo de la Secretaria de Estado Hillary Clinton, parece que repetirán algunos de los errores de los años Bush. En sus audiencias de confirmación como secretaria de Estado, Clinton tuvo poco que decir sobre el tema, dedicando solamente algunos párrafos a la diplomacia pública en su testimonio escrito. Además, respecto a la controvertida opción de Judith McHale como subsecretaria de Estado para la diplomacia pública, la administración Obama ha elegido a alguien del grupo de sus donantes importantes con un historial en Hollywood pero ninguna experiencia diplomática. En términos de estrategia diplomática, que el presidente salga a hablar directamente al público es una medida de gran alcance para la nueva administración, pero hará falta hacer mucho más a largo plazo.

 
©2009 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Helle Dale es directora del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Fundación Heritage. Sus artículos se pueden leer en el Wall Street Journal, Washington Times, Policy Review y The Weekly Standard. Además, es comentarista de política nacional e internacional en CNN, MSNBC, Fox News y la BBC.

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