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EDITORIAL

Caradura sindical

Prueba de ese objetivo político es el contraste que ofrece el activismo sindical a la hora de protestar contra Aguirre, con su cómplice silencio ante la pasividad del Gobierno de Zapatero en una crisis económica que ya ronda los cuatro millones de parados

El seguimiento de la enésima huelga en la enseñanza pública no universitaria que los sindicatos le acaban de organizar al Gobierno de Esperanza Aguirre apenas ha llegado al 14 por ciento, fracaso no menor al que ha tenido la manifestación convocada para la ocasión, a la que han acudido unos pocos miles de personas.

Por mucho que los sindicatos hayan querido disimular el revés inflando de manera delirante la cantidad de manifestantes, todavía es mayor su desfachatez a la hora de confundir la reivindicación de la calidad de la enseñanza con los particulares intereses y privilegios que les otorga su condición de funcionarios.

Para quienes consideramos que la principal razón "estructural" de la escasa calidad de nuestra enseñanza se debe a su carácter funcionarial y a la escasa libertad de elección de los padres sobre el centro educativo para sus hijos, la reivindicación de los sindicatos "en defensa de la enseñanza pública" no es más que una injusta, antisocial y engañosa maniobra. Más aun cuando su airada –y poco secundada– defensa del statu quo no obedece a unos intentos reales de liberalización de la enseñanza por parte de la administración autonómica, sino más bien a unos tímidos intentos de buscar una mayor eficiencia a los ya incrementados recursos que dedica a este sector.

Y es que a lo que se están dedicando en realidad los sindicatos es a hacer de correas de transmisión de los intereses políticos del PSOE contra un Gobierno autonómico gobernado por el PP tan importante como el de la Comunidad de Madrid.

Prueba de ese objetivo político es el contraste que ofrece el activismo sindical a la hora de protestar contra Aguirre, con su clamoroso y cómplice silencio ante la pasividad del Gobierno de Zapatero en una crisis económica que ya ronda los cuatro millones de parados. Este miércoles, en el que el Banco de España ha reconocido que la crisis económica en nuestro país ya era detectable a finales del año 2006, es buena ocasión para sacar los colores a unos sindicatos que ni entonces ni ahora han hecho nada por evitar el tsunami en el que estamos inmersos. Los sindicatos, especialmente UGT y CCOO, ni se han enfrentado ni han recriminado nada a un Gobierno que hasta hace nada consideraba "antipatriótico" y "alarmista" denunciar la crisis; por el contrario han utilizado los mismos engañosos eufemismos que empleaba Zapatero para ocultar la dramática realidad en la que estábamos y seguiremos estando.

Eso sí, este miércoles también se ha sabido que RTVE cuenta con más de 300 liberados sindicales. No dudamos de que para UGT y CCOO la sangría que les supone a los contribuyentes la "televisión de todos" queda plenamente justificada. Toda una desfachatez: la misma desfachatez con la que ahora dicen defender la enseñanza pública y la misma con la que callan y otorgan ante el Gobierno de Zapatero.

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