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Víctor Llano

Garzón escucha a Boye

Cabrera Infante murió en el exilio y del dossier que Garzón prometió estudiar nunca más se supo. Es lo que tiene la Audiencia Nacional. Sus jueces no quieren investigar los crímenes de los hermanos Castro.

Así paga el diablo a quien le sirve. De poco le valió a Zapatero abanderar en Europa la traición a las víctimas de la tiranía castrista. Según Fidel Castro, el viejo imperio español que ya necesita de muletas, trabaja para los intereses del genocida imperio yanqui. Es lo que tiene el más anciano de los dos coma-andantes, mucho más que a sus herederos quiere a su patraña.

Mientras viva no dejará de ser un peligro para todo lo que le rodea. No por gusto en su última reflexión reseñó una frase de Joaquín Roy, director del European Union Center. Según el supuesto analista, "a Estados Unidos no le interesa que el resultado de la apertura sea una guerra civil en Cuba". Acierte o no Roy, lo que sí ha de preocupar a los cubanos es que Castro reseñara sus palabras. Su odio a Estados Unidos y el deseo de borrar sus crímenes y sus fracasos le pueden llevar a incendiar la inmensa cárcel. Ya lo advirtió Huber Matos. Tal vez no haya renunciado a borrar las huellas de su barbarie. A los locos no les interesa nada que no responda a su propia locura. Es cierto que puede que sus herederos no le permitan que destruya lo que ya consideran suyo, pero no lo es menos que no podrán garantizarlo antes de que muera el más maniático de los dos tiranos. En cualquier caso, lo que ya les consta a todos, propios y ajenos, es que ni se calla ni se presta a agradecer los servicios de los que desde España despreciaron el sufrimiento de sus víctimas.

A quien nada podría reprochar es a Baltasar Garzón. El gran cazador quiere investigar lo que ocurre en la cárcel de Guantánamo. Pero no la que jamás cerrará la tiranía, la que cerrará Obama. Se lo pidió Gonzalo Boye, "un ex miembro del MIR que estuvo diez años en la cárcel en España por participar en el secuestro de Emiliano Revilla en 1989, es decir, por colaborar con ETA".

Aunque lo más probable es que también quede en nada el penúltimo invento de Garzón, al menos a nosotros nos ha servido para recordar lo que jamás sucedió y por lo en contra de toda esperanza esperó Cabrera Infante. Por su interés, rescatamos del olvido una declaración del autor de Tres tristes tigres:

Hace años, cuando acusaba y acosaba a Pinochet, el juez Garzón recibió un dossier completo sobre Fidel Castro y su tiranía activa. El buen juez prometió estudiar los documentos. Creo que todavía los estará estudiando. Había una ley universal de que jamás se enjuiciaría a un déspota en el poder. Garzón, el buen juez, le explicó al cubano disidente en el exilio, que traía todos los documentos verificables de los crímenes cometidos por Castro, que eran más que las acusaciones que sirvieron para hacer la guerra a Saddam Hussein y bajarlo de su trono de poder totalitario. Espero que Garzón vuelva a activar ese dossier, que ha crecido hasta hacerse todo un caso enorme, y proceda a procesarlo. Mi libro Mea Cuba sería mi índice acusador.

Cabrera Infante murió en el exilio y del dossier que Garzón prometió estudiar nunca más se supo. Es lo que tiene la Audiencia Nacional. Sus jueces no quieren investigar los crímenes de los hermanos Castro. De nada sirvió a sus víctimas intentarlo una y otra vez. Nunca colaboraron con ETA. Jamás les escuchó un juez español.

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