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Francisco José Alcaraz

Gracias

Gracias, muchas gracias a todos. Y aunque en este difícil trance algunas personas, organizaciones y medios de comunicación puedan haberse quedado en el camino, aún hoy somos muchos los que seguimos defendiendo la memoria, la dignidad y la justicia.

La decisión adoptada por los magistrados de la Audiencia Nacional, archivando la querella interpuesta por ADADE (Asociación de Abogados Demócratas de Europa) contra mí constituye, sin duda, una muy buena noticia para mi familia y para mí mismo. Pero también lo es para la libertad de expresión y muy en especial para las víctimas del terrorismo que seguimos sufriendo una auténtica campaña de acoso por oponernos a que se mantuviera un proceso de negociación con los asesinos de ETA.

Desde que se interpuso la querella, los medios de comunicación y periodistas al servicio del Gobierno no perdieron oportunidad de arremeter contra mi persona, abriendo telediarios, páginas de periódicos, tertulias radiofónicas y digitales con esa noticia, llegando a publicarse titulares en los que podía leerse: "Alcaraz presunto delincuente".

Como cabía esperar, esos mismos medios de comunicación han ignorado la decisión de la Audiencia Nacional que me exculpa de los supuestos delitos por los que ADADE presentó su denuncia. Tan solo algunos medios se hicieron eco de esta noticia y sólo unos pocos (entre ellos Libertad Digital) se interesaron en obtener declaraciones sobre esa decisión judicial.

Ante todo, quiero expresar mi tranquilidad al ver que en este caso se ha hecho justicia. También quiero dar las gracias de forma expresa a los abogados que han llevado mi defensa, Juan Carlos Rodriguez Segura y Manuela Rubio Valero, por su buen hacer como profesionales .

Pero quiero centrarme en algo que para mí ha servido de impulso y de alivio para poder soportar tal situación, y es el apoyo recibido por miles de ciudadanos en la campaña de autoinculpación iniciada con el lema "de la A a la Z, Alcaraz somos todos".

Quiero dar las gracias a las muchas personas que a título individual me apoyaron y a las organizaciones como Peones Negros, plataforma La Rosa Blanca, DENAES, Profesores por la Libertad y Foro de Ermua, que mostrándose valientes ante las represalias que pudieran tener por mostrarme su apoyo, no sólo se pronunciaron, sino que además los Peones Negros recogieron miles de firmas en la citada campaña de autoinculpación. Gracias de corazón a todos ellos y a los pocos periodistas que han tenido la valentía de defenderme públicamente, sin importarles lo que suponía posicionarse contra el poder establecido y en defensa de la dignidad y la verdad.

Naturalmente, los primeros beneficiados por esta decisión judicial hemos sido mi familia y yo mismo, pero en gran medida también los millones de españoles que hemos estado luchando por unos principios y nos hemos unido en esa rebelión cívica que ha servido, y sigue sirviendo, para evitar que ningún Gobierno nos imponga la renuncia a los valores que mantenemos en favor de la vida, la libertad, la dignidad y la justicia.

El hecho de que en ningún momento me haya sentido solo ha servido, y servirá, para que todas aquellas personas u organizaciones que tengan que levantar la bandera de la defensa de esos principios, puedan hacerlo con la confianza y con la seguridad de que no van a estar solos ante las agresiones y ataques que reciban. Para que puedan estar seguros de que van a contar con apoyo ante las previsibles campañas de intimidación, que no buscan otra cosa que desalentar y amilanar a la sociedad, con el fin de allanar el camino para la imposición de políticas partidistas en materia de lucha antiterrorista.

Gracias, muchas gracias a todos. Y aunque en este difícil trance algunas personas, organizaciones y medios de comunicación puedan haberse quedado en el camino, aún hoy somos muchos los que seguimos defendiendo la memoria, la dignidad y la justicia. Y si bien es verdad que el respaldo a esos principios que dignifican a las personas no tiene por qué medirse en cifras, lo cierto es que los españoles han demostrado, y van a seguir haciéndolo, que una abrumadora mayoría desea que nunca se ceda, ni se proporcione esperanza alguna, a quienes sólo saben defender sus ideas mediante el terror.

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