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EDITORIAL

Zapatero: socialdemocracia y depresión

¿Qué futuro tiene una economía esclerotizada por su Gobierno y que se dirige hacia el hundimiento de su sistema financiero y a una destrucción masiva de empleo? Las referencias son dos: para los países serios, Japón, para los irresponsables, Argentina.

De la crisis que jamás tenía que llegar, pasamos al bache que se superaría a finales de 2008 y del bache no superado a las serias dificultades que comenzarían a reducirse a partir de marzo o abril. Una tras otra, las predicciones de Zapatero –por no tildarlas de lo que realmente son: humo con los que pretende ocultar su pésima gestión económica– se han ido revelando falsas. Y una vez tras otra, el presidente del Gobierno las ha ido modificando sin despeinarse, como si jamás hubiese errado en sus pronósticos.

Tras la deplorable cumbre del G-20 en Londres, parece que ya se ha tocado fondo y que a partir del segundo semestre de este año volveremos a crecer y a crear empleo. Será que con la acordada desaparición de los tenebrosos paraísos fiscales y la regulación de los malévolos hedge funds, ya se ha puesto punto final a todos los problemas que padece la economía mundial.

Sólo así se explicaría que España, el país de Europa con más desempleados, se vanagloriara en Londres de haber liderado la cruzada contra la codicia, la fiscalidad opaca y los fondos de inversión privados el mismo día en que se conocía que el paro aumentaba hasta los 3,6 millones de ciudadanos. Ni una idea, ni una propuesta, ni una medida para impulsar la creación de empleo; sólo recortes en nuestras libertades y un billón de dólares despilfarrado en crear menos de la mitad de riqueza de la que se destruyó.

Desde luego, las perspectivas de la economía mundial no van a mejorar por el hecho de que el G-20 se reúna periódicamente y decida de qué modo expoliar a sus ciudadanos. Si acaso, lo hará muy a su pesar. En España, sin embargo, la recuperación no se adivina, no sólo por la gravedad de nuestros desajustes internos, sino sobre todo porque el Ejecutivo de Zapatero reúne, corregidos y aumentados, todos los vicios del resto de sus homólogos: es uno de los Gobiernos más manirrotos y liberticidas del mundo. Y eso, claro, se nota.

Los propios analistas del Gobierno, agrupados en torno al Banco de España, sólo son capaces de dibujar unas negras nubes en nuestro horizonte. De acuerdo con su boletín mensual, la tasa de paro llegará al 19,4% en 2010 (unos 4,6 millones de desempleados, cifra que superaría, y con creces, la funesta marca que Solbes y Corbacho al alimón juraron que no alcanzaríamos jamás) y la economía seguirá decreciendo a tasas del 3% y del 1% durante los dos próximos ejercicios.

Estos datos deberían invitar al PSOE a replantearse su deficiente política económica, dando marcha atrás en todas y cada una de las decisiones que ha adoptado: reducir drásticamente impuestos, gasto y endeudamiento público; liberalizar mercados tan esenciales como el laboral, el energético, el comercial o el de infraestructuras; y dejar de rescatar a las empresas insolventes. Pero, por desgracia, no se adivina ningún cambio en la cerrilidad socialista, empeñada en arrastrarnos hacia el abismo para no renunciar a ninguno de sus dogmas: ya sabe, la gestión económica del PSOE entre 2004 y 2008 no tiene ninguna tacha, la crisis proviene de Estados Unidos y la socialdemocracia es la respuesta adecuada frente a las crisis capitalistas.

Con todo, por muy malas que sean las cifras del Banco de España, deberíamos empezar a plantearnos seriamente que, con mucha probabilidad, sean resultado del sesgo de optimismo antropológico zapateril. No sólo porque en relación con la crisis española llevamos dos años en los que las nuevas cifras mensuales enmiendan a peor las predicciones del mes anterior, sino porque no resulta muy verosímil que España vaya a decrecer en 2009 sólo un 3%, como asegura el organismo regulador.

La mayoría de analistas ya habla hoy de una recesión superior al 5% y ello sin contar con las crecientes dificultades que experimentarán las cajas españolas; una circunstancia que incluso los políticos españoles (del PP y del PSOE) ya reconocen abiertamente.

¿Qué futuro tiene una economía esclerotizada por su Gobierno y que se dirige hacia el hundimiento de su sistema financiero y hacia una destrucción masiva de empleo? Las referencias en la historia económica reciente son dos: para los países serios, Japón, para los irresponsables, Argentina. No será necesario recordar la complicidad de Kirchner y Zapatero para que todos intuyamos hacia dónde nos dirigimos.

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