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Victoria Llopis

Gabilondo para la ciudadanía

Gabilondo, en sus reuniones de precampaña, siempre usaba papel reciclado, discutía si había que mencionar también "todas" cuando se hablaba de "todos" y usaba mucha fraseología de cuño vacuamente progre.

Al conocer la designación del rector de la Universidad Autónoma de Madrid como nuevo ministro de Educación, Libertad Digital ofrecía rápidamente una semblanza del personaje, mencionando los hitos principales de su reciente actividad pública: hermano del famosísimo Iñaki, encumbrador de Carrillo a doctor Honoris Causa, firmante del manifiesto de "los de la ceja"...

Nuestros amigos de la UDE también han tenido ocasión de comprobar su talante, y para ello nada como consultar el comunicado que emitieron el 25 de febrero, denunciando la inacción rayando en la complacencia en relación a los radicales 'antibolonia'. Estos últimos llevaban semanas viviendo en tiendas de campaña dentro de las facultades de la Autónoma, en condiciones de insalubridad, cocinando en los pasillos y exhibiendo pancartas de extrema violencia verbal; y todo con la anuencia del rector, lo que obligó a la UDE a presentar un escrito solicitando el restablecimiento del orden y de la higiene pública en el recinto universitario. Por la misma circunstancia higiénico-estética, el catedrático de Árabe de la UAM se sintió aliviado cuando en la toma de posesión como rector, Gabilondo prometió "una Universidad del atrevimiento". Y es que, sobre las protestas de los colectivos de estudiantes 'antibolonia', el presidente de los rectores insistió en que él es partidario de escuchar "a todas las voces, por muy minoritarias que sean". Parece un buen comienzo.

Pero, ¿qué dice Gabilondo de sí mismo? En las elecciones a rector, la UAM colgó en su web la página de campaña del candidato "Impulsemos nuestra singularidad": Leyendo, por ejemplo, el post titulado "Aniversario", nos enteramos de que en sus reuniones de precampaña siempre usaban papel reciclado, discutían si había que mencionar también "todas" cuando se hablaba de "todos", y había mucha fraseología de cuño vacuamente progre: "Hacer universidad de otro modo", desarrollo sostenible, cooperación, innovación, implicación social...

He encontrado también otro par de frases interesantes: "No comparto los discursos quejosos de esa gente que está siempre gimiendo y lamentándose. En una sociedad blanda, acomodada y tibia, la queja se ha convertido en un instrumento que se utiliza con demasiada facilidad". Protesta y acción , sí señor. Y "Deberíamos ser como los archipiélagos: conjunto de islas unidas por lo que las separa". ¿Padres objetores a EpC y nuevo ministro, por ejemplo?

Vale. Pero donde se desmelena es en una joya de entrevista que conserva la UGT en su web donde nos queda muy clarita su postura sobre el único tema verdaderamente candente (¡ríase ud. de sus 'antibolonia'!) que tiene en cartera el nuevo ministro de Educación: los 52.000 objetores a EpC. Me parecía estar leyendo a Peces-Barba, pero no, eran frases de Gabilondo:

Yo creo que EpC no es una materia más. Toda la Educación ha de ser educación para la ciudadanía. Todas y cada una de las materias. Además, yo creía que la Educación era para eso; si no es para eso no sé para qué otra cosa es. Pero si algún achaque ha de hacerse a la Educación en general es que a veces parece no haber sido una educación para la ciudadanía, sino una educación para el adiestramiento profesional, para la adquisición de conocimientos, para el éxito, para la rentabilidad social, pero no exactamente para ser ciudadanos y ciudadanas, que es lo que yo creía que es; casi diría que educación y educación para la ciudadanía me parece una redundancia.

¿Y por qué en este debate se contrapone educación religiosa y educación para la ciudadanía?

Primero, creo que se puede ser ciudadano sin ser religioso, salvo que sea obligatorio ser religioso para ser ciudadano, pero también creo que se puede ser ciudadano siendo religioso. Pero ya sólo con esta distinción se vería que no se puede identificar sin más una cosa con la otra. Y además ocurre otra cosa: que la libertad religiosa supone también un espacio de elección, de opción, y yo creo que ser ciudadano no es una opción, una decisión, sino que es consustancial en un espacio democrático al hecho mismo de ser hombres en común. Y de ahí se deduciría que, lo de ser ciudadano o no, no es negociable, y lo de ser religioso o no, no es resultado de las opciones religiosas de cada uno. Y por eso, no es que crea que quien está educado religiosamente no pueda ser un buen ciudadano, pero sí creo que se puede ser un buen ciudadano sin tener necesariamente opciones religiosas.

En lo que puede haber alguna conexión con el archipiélago objetor y la reciente doctrina del Supremo es en la referencia a que:

Ninguna institución, ninguna instancia, ni siquiera el Estado, ni las instancias religiosas, deben patrimonializar los valores, y hacerse dueños de la ética, ni de la moral. Y la dimensión ética, e incluso la dimensión moral, cuando no es moralina, es consustancial a las personas comprometidas, responsables, que quieren dar cuenta pública de acción, que piensan en los otros, que son generosas. Y esos valores no son patrimonio de la religión, y han de ser educados y cultivados. Por tanto, esto no es un discurso contra la religión, es un discurso a favor de la ciudadanía.

No sé qué pensará Peces de esto... Pero el discípulo sigue: ¿Y las familias? ¿Qué hacemos con las familias? Contesta:

Primero, ¿qué es una familia? Y es una pregunta casi metafísica y ontológica. Porque en un país donde hay tanta gente que vive sola, donde hay formas distintas de convivencia, en un país donde se han modificado las formas convencionales... Nosotros seguimos pensando que una familia es un hombre, una mujer, y con dos niños, a ser posible, un niño y una niña, y que si eso no es así entonces ya no es una familia. Pero estaría bien que pensáramos un poco qué quiere decir una familia. Y desde esa pregunta probablemente saber también que hay chicos que no encuentran el entorno convencional de una familia. Hay muchos chavales que están acogidos en distintos lugares, que viven con una sola persona, y dar por supuesto que hay un ámbito de educación familiar es mucho dar por supuesto. El Estado tiene que velar, subsidiariamente, por llegar a quienes no encuentran ese calor o ese contexto.

Acabáramos.

El Estado no es un señor, y desde luego el Estado no es un Gobierno. Esta cosa, que es tan elemental, a veces parece que lo olvidamos. Las Autonomías son Estado, por ejemplo... Todas las estructuras sociales, políticas y públicas configuran el Estado, y por tanto, no estoy diciendo que es competencia únicamente del Gobierno la Educación. Todos los ciudadanos estamos comprometidos e implicados en la Educación. Y es nuestra obligación educar y ser educados. Nuestro deber. Hay una responsabilidad social compartida de la Educación.

Pura doctrina LOE

Lo gracioso es que le parece "tremendo" que haya habido cinco leyes de Educación en los últimos años. Pues la verdad es que sí, porque siendo todas ellas criaturas del PSOE, lo único que explican es el afán por dar nuevas vueltas de tuerca a un proyecto monolítico, que ha acreditado (véanse los Informes PISA) sobradamente su fracaso, tanto académica como pedagógicamente, pero que sigue siendo para la izquierda elemento irrenunciable de su proyecto de reingeniería social. Si no, no se explica. No creo que Gabilondo estuviera pensando en la LOCE...

Y finalmente, nos dice en esta entrevista que aunque es partidario de un pacto de Estado por la Educación, (¡albricias!) "también estoy en contra de los contenidos asépticos, de la asepsia de los contenidos". Pues no sé si casa esto con la sentencia del Supremo...

Al conocer el nombramientos, tanto la Concapa como la CECE han aplaudido la salida de la ministra Pitonisa del Gobierno, y –personas educadas– le han dado un voto de confianza al nuevo ministro.

Pues ojalá no sea en balde. El primer test de si estamos ante un nuevo talante es muy simple: que reciba próximamente a los representantes de los 52.000 objetores, que no son, tal y como él decía, representantes de esa "sociedad blanda, acomodada y tibia" que él deplora, sino justamente lo más aguerrido de la actual ciudadanía.

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