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Guillermo Dupuy

¿El pasado nunca vuelve?

Bienvenidas sean las manifestaciones de Rubalcaba y Basagoiti si de verdad expresan un sincero e irreversible propósito de enmienda por parte de los dos principales partidos de nuestro país de cara a cómo hacer frente al terrorismo, ahora y siempre.

Tras la detención de Jurdan Martitegui –el tercer arresto de un jefe de ETA en apenas cinco meses–, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha asegurado que "el proceso de diálogo es el pasado y el pasado nunca vuelve". El presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, por su parte, ha manifestado que en periodos críticos para ETA "siempre ha venido alguien que ha dicho a negociar" y que "tenemos la obligación de aprender de la historia y la historia nos dice que cuando ETA está débil, no se puede meter la pata y cometer los errores del pasado de echar una mano a la banda".

Bienvenidas sean ambas manifestaciones si de verdad expresan un sincero e irreversible propósito de enmienda por parte de los dos principales partidos de nuestro país de cara a cómo hacer frente al terrorismo, ahora y siempre. No obstante, conviene advertir al señor ministro que, si la historia nos enseña algo, es precisamente cuan a menudo vuelve el pasado si no se admiten los errores cometidos. Así, y dejando al margen los crímenes del GAL, Aznar cometió el error de González de sentarse con terroristas prófugos para verificar algo tan facilmente verificable como es que una tregua es, en el mejor de los casos, sólo un cese temporal de la actividad terrorista. En cuanto a Zapatero, más aun que repetir los errores del pasado, lo que hicieron sus emisarios fue perpetrar la infamia de prenegociar políticamente un anuncio de tregua para dar una anestesiante cobertura a sus alianzas con los separatistas tras el Pacto de Estella y el Pacto por las Libertades. Ese "diálogo" político lo continuó el Gobierno de Zapatero incluso después de que ETA diera por finalizado su último "alto el fuego", al considerar la banda que lo que hasta entonces le había concedido el Gobierno –que no fue poco– no alcanzaba, sin embargo, los "compromisos adquiridos".

Conviene asimismo recordar que, posteriormente, fue el propio Rubalcaba el que utilizó la expresión "fase de confrontación" para referirse a la situación de reactivación del Estado de derecho y de persecución policial en la que actualmente estamos. Si "el pasado nunca vuelve", ¿por qué utilizar entonces una expresión con connotaciones tan temporales y efímeras como la de "fase"? Eso por no hablar de lo presente que todavía está el pasado, sin necesidad de que vuelva, en muchos ayuntamientos, donde los proetarras siguen teniendo, aun cuando sea por poco tiempo, financiación pública.

En cuanto a lo manifestado por Basagoiti, sólo tengo que celebrar que en el PP se reconozca que "siempre" que ETA ha estado en momentos críticos "alguien ha dicho a negociar", advirtiendo –eso sí– que considero inadmisible tanto la negociación política como la penitenciaria o, lo que es lo mismo, el "diálogo" que pone en riesgo las fronteras que configuran a España tanto como nación como Estado de derecho.

Señaladas, no obstante, las cruciales diferencias que separan al Gobierno de Zapatero de sus antecesores, esperemos que ningún gobernante español vuelva a referirse a ningún etarra con causas pendientes con la justicia como "hombre de paz" o como "representante del MLNV". Que tampoco ningun medio de comunicación vuelva a dar su apoyo a ningun "proceso de paz", ni que nadie se sienta en la oblicacion de "volver a intentar" lo que siempre ha sido y será un error. Ojalá nos hayamos despedido para siempre del "final dialogado de la violencia", paradigma en el que han estado instaladas nuestras elites políticas y mediaticas desde antes del funesto Pacto de Ajuria Enea.

A pesar de lo que nos han hecho creer en el pasado las numerosas trampas –y digo bien– perpetradas por los gobiernos de España, secundadas por la práctica totalidad de los medios de comunicación, está todavía por llegar un comunicado de ETA en la que la banda terrorista exprese por primera vez en su historia su incondicional e irreversible voluntad de rendición, de arrepentimiento y de perdón por el daño cometido. Aunque sólo con un comunicado de esas inéditas características tendría sentido preguntarnos si ETA hace o no "trampas", aun entonces lo único que debería "verificar" un Estado de derecho es que no se dejen de sentar en el banquillo quienes todavía son prófugos de la justicia.

Con la esperanza de que nadie vuelva a buscar excusas, ni dentro ni fuera de la cárcel, para que regrese el pasado de diálogo con los terroristas, espero ansioso la próxima detención. Entre ellas, la de Josu Ternera.

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