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Jorge Vilches

Rosas y claveles para Zapatero

La absorción por ósmosis de Zapatero ha sido un éxito total; tanto que, sin espacio político, IU quedará como las otras opciones extremas europeas, prácticamente testimonial, como lo es en esta segunda legislatura del zapaterismo.

Cayo Lara, el nuevo desconocido que lidera las mermadas huestes de IU, ha tenido una respuesta florida para capear el paso de Rosa Aguilar al PSOE: "Si se marcha una rosa vendrán miles de rosas y miles de claveles". Ya será menos, y él lo sabe.

El caso de IU es el modelo español de las opciones de extrema izquierda europea, casi confundida con los antisistema –contraria al capitalismo y a la democracia liberal–, que se ha ido extinguiendo lentamente desde el fin de la URSS. En España esa agonía se ha prolongado no sólo por los intereses personales y políticos creados –legítimos todo ellos–, sino por las circunstancias particulares de los años noventa. El Gobierno largo de Felipe González, la corrupción, el terrorismo de Estado y la permanencia en la OTAN dieron discurso a una opción política, IU, ligada a la reivindicación de la moralidad pública y a la justicia social.

Además, IU contaba entonces con un líder de carácter y erudición, con personalidad, compostura y arrastre popular: Julio Anguita. Su dirección de la coalición deparó los mejores resultados que una opción de extrema izquierda pudiera esperar en una democracia liberal occidental.

La comparación con la etapa de Gaspar Llamazares es llamativa, pero dentro de lo esperable. El declive de Izquierda Unida tiene lugar por un evidente factor externo: el hundimiento del modelo soviético en Occidente, salvo Cuba, y el consiguiente deterioro popular de la imagen del comunista. De esta guisa, la etiqueta "comunista" ha quedado para gente muy joven o personas mayores y nostálgicas. Esta percepción la tuvieron también en IU, por lo que el equipo de Llamazares intentó remozar la coalición con un discurso "verde" y "rosa" que coqueteaba con los separatismos. El mensaje no tuvo éxito.

Al factor externo es preciso añadirle los internos o nacionales. La izquierda antisistema en España arraigó mejor desde mediados de los años ochenta en los partidos nacionalistas. Las nuevas generaciones anticapitalistas y contrarias a la democracia liberal se alinearon en opciones de corte batasuno, dejando a IU como algo residual en sus respectivas comunidades autónomas. Es lo que ha tenido lugar en Cataluña, País Vasco y Galicia.

Por otro lado, los viejos cuadros del PCE, en teoría los más capacitados y experimentados, fueron pasándose al PSOE. Esto no se produjo sólo por razones políticas o ideológicas –la socialdemocracia es más digerible que el comunismo–, sino también personales –la supervivencia profesional. Personajes como Enrique Curiel o Diego López Garrido dieron el salto, y hasta Santiago Carrillo, lo que fue todo un aviso de que el barco se iba a pique.

Por último, la política desarrollada por Zapatero desde el año 2000 ha sido muy eficaz en este sentido. Ha adoptado perfectamente las reivindicaciones y el discurso moral, republicano y de justicia social de la izquierda tradicional, incluso la parafernalia antiamericana; y asume como propias las propuestas "verdes" y "rosas", incluso nacionalistas, como si las hubiera inventado él. La absorción por ósmosis ha sido un éxito total; tanto que, sin espacio político, IU quedará como las otras opciones extremas europeas, prácticamente testimonial, como lo es en esta segunda legislatura del zapaterismo.

El asunto de Rosa Aguilar, por tanto, no es nuevo ni extraño; es sólo un caso más del entierro histórico de las opciones comunistas occidentales, incluso después de su reciclaje. Así que, si vienen "rosas y claveles", como ha dicho Cayo Lara, a donde irán será al PSOE de Zapatero.

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