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Pablo Molina

Confirmado: ZP no estaba de coña

Zapatero ha demostrado una vez más que no sabe por qué se ha producido esta grave recesión, qué es lo que ha de hacer un Gobierno para evitar que se prolongue y qué debe evitar para no agravar la situación.

José Luis Rodríguez Zapatero desgranó en su primera intervención del debate del estado de la nación un nuevo poemario para salir de la crisis, el decimosegundo si no cuento mal (o el "doceavo" que diría Solana). A grandes rasgos se trata de dar dinero a los que quieren cambiar de coche, suprimir la desgravación por adquisición de vivienda, darle píldoras postcoitales a las niñas, regular por ley la libertad religiosa (como en las teocracias musulmanas), luchar contra el cambio climático, faltaría más, y, como colofón, cambiar "el patrón de desarrollo económico", frase que queda bastante bien entre los iletrados de su cuerda pero que, a día de hoy, no sabemos qué significa exactamente.

Ah sí, si tiene usted un hijo en quinto de primaria que no aprueba ni la educación para la ciudadanía (lo que ya tiene mérito), no se preocupe. El ceporrín va a seguir suspendiendo pero estará muy entretenido en casa porque ZP le va a encasquetar un ordenata gratis total.

Zapatero ha demostrado una vez más que no sabe por qué se ha producido esta grave recesión, qué es lo que ha de hacer un Gobierno para evitar que se prolongue y qué debe evitar para no agravar la situación. Lo mejor de todo es que, además, todo eso le importa lo mismo que a un cineasta español el número de espectadores que paga por ver sus películas: aproximadamente nada.

En su primera réplica a Rajoy, plena de talante, el caballero al que han votado once millones de optimistas antropológicos recuperó los grandes asuntos que tantos réditos electorales le han proporcionado desde que un día le nombraron secretario general del PSOE. El resultado es un intento patético de volver a resucitar la imagen de una derecha crispadora, antipatriota, insolidaria, antisocial y carca, frente a la luminosa presencia del líder progresista que se preocupa por el bienestar cotidiano de todos y cada uno de los trabajadores con la única condición de que sean sindicalistas liberados de una organización "de clase" (de clase alta diría yo, tal y como está el patio).

Más gasto público, más intervención estatal, más despilfarro y menos dinero en el bolsillo de los ciudadanos y empresarios. A cambio, algún becario le ha colado en el discurso dos referencias tan liberales que ni siquiera Rajoy las hubiera utilizado: libertad de derecho de establecimiento para todo comercio minorista y progresiva liberalización del sector eléctrico. Pero no se preocupen, el pobre a estas horas ya debe estar despedido. Otro más a las listas del paro. Para que luego digan que estos debates no sirven para nada.

En Libre Mercado

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