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Guillermo Dupuy

Copa del Rey y estado de la Nación

El silenciamiento en TVE de la sonora pitada contra el himno de España no es más inadmisible que el silencio que los dos principales partidos de la nación han dedicado en el Congreso a la deriva nacionalista que padecemos.

Aunque no suscriba algunas de las criticas que se han hecho a la intervención de Rajoy en el Debate sobre el estado de la Nación, y por mucho que considere que ésta fue muy superior a la de Zapatero, uno de los principales defectos que sí veo en ella ha sido la de no tratar otro asunto relativo a la situación por la que atraviesa nuestro país que no sea la crisis económica.

Ciertamente el paro es la principal preocupación de los españoles y, desde luego, el hecho de que España sea un país con más de cuatro millones de parados no me parece la premisa más oportuna para reprochar a Rajoy precisamente que se haya centrado exclusivamente en la crisis económica. Para criticar esa exclusividad tendría más sentido señalar otros muchos y preocupantes problemas que también padece España, como son, entre otros, el calamitoso estado de nuestra justicia o la rampante desvertebración que padece como nación. Así, los millones de españoles a los que no se les permite en España estudiar o enseñar en español me parecen una de las muchas razones por las que no se puede reducir el Debate sobre el estado de la Nación a un debate sobre la crisis económica.

Es por ello por lo que la sombra de Arriola en este discurso no creo que haya que verla precisamente en el contundente tono y en la firmeza con la que Rajoy denunció la inoperancia y las mentiras del Gobierno respecto a la crisis económica; contundencia que, por lo visto, no sólo Zapatero y El País consideran innecesariamente "faltona y crispante". Esa sombra hay que verla, más bien, en la temerosa renuencia de Rajoy a explicar su alternativa económica y, sobre todo, en su silencio ante la paulatina fractura que en tantos ámbitos padece España por culpa de las cesiones a los nacionalistas.

Claro que estas omisiones ya eran de esperar si tenemos en cuenta no sólo la fuerza "eclipsadora" de la crisis, sino también el interés del PP surgido de las últimas elecciones generales por caer "simpático" a los nacionalistas.

En este sentido, el silenciamiento en TVE de la sonora pitada de los aficionados del Athletic de Bilbao y del FC Barcelona al himno nacional no es más inadmisible que el silencio que han dedicado en el Congreso los dos principales partidos de la nación a la deriva nacionalista que, con su condescendencia, está convirtiendo a España en un reino de taifas. Ese también es el lamentable estado en que se encuentra, no sólo la nación, sino nuestra clase política.

En España

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