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Emilio Campmany

La faca y el florete

Es estúpido, como hacen los del PP, insistir en que se respeten las reglas del Marqués de Queensberry. Cuando un tío saca un revolver, es patético ver al otro desenvainar el sable y gritar: ¡en garde!

La derecha suele quejarse de que vende mal sus ideas. El problema no es que las venda mal, es que ni las vende, ni las defiende. Ante un vídeo tan zafio como el que ha elaborado el PSOE para presidir su campaña en las elecciones europeas, el PP podía elegir entre contestar con las mismas armas o defender su programa. Prefirió no hacer ninguna de las dos cosas y autocaricaturizarse mostrando a varios perros ladrando, que es precisamente como el PSOE quiere que los electores lo vean.

Unas elecciones, en un país esencialmente bipartidista como el nuestro, son un duelo. En los duelos, hay que procurar reservarse el derecho a elegir el arma precisamente para escoger la que más garantía nos dé. Los electores de la derecha quieren creer que sus representantes son unos caballeros y prefieren verlos empuñando el florete cuando toca enfrentarse a los socialistas. Pero no siempre se tiene el privilegio de elegir arma. A veces, es el otro el que decide. En estos casos, es una ingenuidad ir al duelo peor armado. A los socialistas les gusta pelear a navajazos, cuchilladas y bastonazos porque en estos duelos no hay reglas y así pueden recurrir a cualquier trapacería que les dé alguna ventaja. En ellos, es estúpido, como hacen los del PP, insistir en que se respeten las reglas del Marqués de Queensberry. Cuando un tío saca un revolver, es patético ver al otro desenvainar el sable y gritar: ¡en garde!  

¿Deben los del PP rebajarse a pelear con las armas que le gusta emplear al PSOE? No necesariamente. Siempre tienen la alternativa de no pelear. Limitarse a transmitir su mensaje, sus propuestas, lo que piensan del aborto, las reformas en las que creen para generar empleo, lo que crean que debe hacerse con la inmigración, las Comunidades Autónomas y tantas otras cosas que preocupan a sus electores. Ahora bien, si creen que exponer sus ideas les hará perder los votos de los que no acaban de comulgar con ellas y se sienten incapaces de convencer a nadie que no esté ya convencido, tendrán que pelear en el terreno y con las armas que escogieron sus adversarios, es decir, a trancazo limpio.

En vez de tanto perro con el que recordar la imagen que de ellos mismos quieren transmitir los socialistas, podían haber sacado a algunos electores de aspecto inequívocamente socialista afirmando su deseo de entregar nuestro dinero a la SGAE y a los parásitos del cine de izquierdas; de impartir una educación cada vez de peor calidad; de socavar, en beneficio del Estado, la familia; de asesinar fetos no deseados y viejos previamente convencidos de que empiezan a estorbar; de ahogar la excelencia, el esfuerzo, el estudio; de ceder parte de nuestro territorio a nuestros enemigos; de aceptar los chantajes de los terroristas a cambio de una paz humillante. Y acabar diciendo que lo peor no es lo que votan, sino lo que piensan. Suena un poco demagógico, de acuerdo, pero, como caricatura, está mucho más cerca de la verdad que la que ellos han dibujado de la derecha en su vídeo.

El PP, naturalmente, ni hará propuestas concretas, ni se dejará enredar en "provocaciones". Y mientras tanto, tendremos socialismo hasta 2016. Y luego dicen que no hay mal que cien años dure. Lo que no va a haber es cuerpo que lo aguante.

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