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Agapito Maestre

Nueva etapa política

Zapatero está más que tocado. Ha recibido un fuerte zarpazo y se ha retirado. Es buscado por todas partes para que se confronte con la realidad, pero él sigue huido. Escondido.

Después de las elecciones, fueron lamentables las comparecencias de Zapatero tanto en el Senado como en el Congreso. Pasó de los suyos y chuleó a sus adversarios. Dos errores que ha empezado a pagar; porque sus correligionarios siguen pidiéndole explicaciones de los resultados del 7 de junio, incluso González ha iniciado un ataque frontal al programa ideológico populista de Zapatero al exigirle, primero, pactos transversales con los otros partidos, y un plan de reformas estructurales, en segundo lugar, que admita sin ningún tipo de duda la necesidad de la energía nuclear y la reforma del sistema de contratación laboral.

Por otro lado, ahora sólo cabe esperar que la oposición le muestre con desparpajo y decisión la necesidad de otro plan de financiación de las comunidades autónomas y una rectificación en profundidad de todo el proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado. El aislado, en efecto, no es el PP sino el PSOE. En todo caso, e independientemente de cómo ejerza el liderazgo Rajoy, se ha abierto una nueva etapa política decisiva para expulsar a Zapatero del poder. Los cambios son visibles. Falta únicamente resaltarlos y hacerlos plausibles para que la alternancia política sea algo más que una palabra, un acontecimiento, una atractiva oportunidad de cambio político. 

No es un problema psicológico el que tiene Zapatero. Es real. No tiene ya nada que ofrecer. Está vacío. Por eso, insisto, está emboscado. Espera un fallo del adversario para atacar, pero él ya no tiene ninguna iniciativa. Ninguna. El 7 de junio de 2009 pasará a ser una fecha terrible en el calendario de su triste historia política, que comenzó con el terrible 11-M. Europa lo ha arrasado. Dentro y fuera. Aquí y en el resto de Europa. Ha sido despreciado por los suyos en España y barrido por los populares en el resto de Europa. El día que los parados dejen de votarlo quedará reducido a escombros, porque la mayoría de los que no quieren perder su puesto de trabajo le han dado la espalda.

Los listos, sin embargo, dicen que el PP ha ganado por muy poca diferencia; y se concentran en esa escasa ventaja para arremeter contra la oposición, pero olvidan que el PP, en efecto, ha ganado. La ventaja, sí, es irrelevante. Lo decisivo es que el PP ha dado el salto, pues ganar esa convocatoria electoral, sobre todo teniendo en cuenta que Zapatero expuso todo en ella, era la condición necesaria para desbaratar la basura ideológica de Zapatero. Por lo tanto, en la nueva etapa, tampoco importa demasiado los pasos que dé ahora el PP. La objetividad de los acontecimientos se acabará imponiendo sobre los análisis psicológicos, historicistas o de extrapolación de resultados.

Es un asunto menor, casi una perdida de tiempo, que los analistas se detengan en extrapolaciones sobre qué sucedería en unas elecciones generales con estos resultados de las europeas. Menos todavía deberíamos hacer cuentas sobre el pasado reciente del PP y las luchas internas por el liderazgo. Todo es pasado. Quizá algo de ese pretérito imperfecto vuelva, pero nunca será determinante en la nueva etapa política. En verdad, lo decisivo es que el PP aparece, otra vez, como fuerza política determinante. Es alternativa genuina. Podría llegar, incluso, a ser un partido hegemónico. Muchos no quieren reconocer ese cambio, incluso gente que está en los aledaños de las filas populares se resiste a ver la novedad. Peor para ellos. Pues bastaría observar a Zapatero en su emboscadura, quizá lamiéndose las heridas, para saber que el cambio político ya ha comenzado a operar sobre España.

Zapatero está más que tocado. Ha recibido un fuerte zarpazo y se ha retirado. Es buscado por todas partes para que se confronte con la realidad, pero él sigue huido. Escondido. Aproveche, señor Rajoy, y hable con claridad a la nación sobre su plan de choque contra la crisis económica; ofrezca consuelo, esperanza y alternativas, pues todos esos bálsamos los ha perdido Zapatero en el camino hacia Europa.

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