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Víctor Llano

Alfonso Sastre

Si Carmen Chacón y Alberto Saiz quisieran saber qué hay más allá del sufrimiento ajeno, a quien tendrían que destacar en La Habana es a Alfonso Sastre. No pierde oportunidad de mostrar su admiración por los asesinos en serie.

El diario ABC insiste en tratar de informar sobre la supuesta participación de agentes del CNI en una conversación que sirvió para justificar la defenestración de Lage y de Pérez Roque. No podemos añadir nada a lo que ya escribimos. Ya sabíamos del interés del Gobierno español por todo lo que ocurre en los escombros que rodean a las más de doscientas cárceles. Simula preocuparse por el futuro para fingir que no ve el sufrimiento que multiplican sus socios. Finge que se enreda en la patraña con intención de que creamos que confía en que los herederos de los tiranos renunciarán a la barbarie que les permitió robar y matar a mansalva.

Puro teatro. Si Carmen Chacón y Alberto Saiz quisieran saber qué hay más allá del sufrimiento ajeno, a quien tendrían que destacar en La Habana es a Alfonso Sastre. Los hermanos Castro jamás le expulsarían de la isla que convirtieron en cárcel. No pierde oportunidad de mostrar su admiración por los asesinos en serie. Este domingo –entre elogios al Monstruo de Birán y al Gorila Rojo– advirtió a los españoles que si quieren evitar "tiempos de mucho dolor" tendrán que negociar con los que los que quemaron vivo a Eduardo Puelles. ¿Le preguntará algún juez por qué sabe del dolor que anuncia?

Al menos Sastre está con los que siempre estuvo. No cambió una coma de los versos que un día escribió:

Fidel Castro, no te dejes
matar.
Vive por nosotros, crece, aumenta,
sé fuerte y no te dejes / matar.
Te amamos desde Sierra Maestra
porque eres un bravo personaje de nuestros
viejos sueños de aventuras.
Pero ahora, después de tu ascensión, Fidel,
ya no es solo quererte, es
contar contigo y tu justicia
para el triunfo de la Revolución que deseamos...".

No se puede ser mucho más cursi. Más que amor es frenesí lo que siente por Fidel Castro. No obstante, lo cierto es que Sastre no engaña. Ya nos constaba. Quiere para los vascos lo mismo que sufren los cubanos. Quien sí engañó a las víctimas de la barbarie comunista fue Zapatero. Ahora –en contra de toda esperanza– pretende convencernos de que no va a volver a negociar con los asesinos de Eduardo Puelles. Ya veremos hasta dónde alcanzan los chantajes que anuncia el amigo del coma-andante. En cualquier caso, el sufrimiento no entiende de fronteras. Cierto o no que renunció a negociar con los etarras, los cubanos jamás confiarán en las buenas intenciones de Zapatero mientras insista en trabajar para los intereses de los herederos de la tiranía que tanto admira Alfonso Sastre.

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