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Alberto Gómez

Caperucita roja y la nuclear feroz

La mente no educada desconoce los razonamientos cuantitativos o económicos. Si ve un molinillo de juguete encender una bombillita entonces piensa que toda la energía del mundo se puede obtener con la misma facilidad, y si no, se deberá a intereses oscuros

A estas alturas de la crisis, ZP está empeñado en cerrar la central nuclear de Santa María de Garoña. La izquierda española ha jugado la carta antinuclear y ha impuesto su programa desde el inicio de la transición, probablemente por afinidad con la geopolítica del antiguo bloque del Este y por la claudicación de la derecha que, como en otros muchos temas, se ha negado a plantar una batalla ideológica decidida. En cambio, los franceses como otros muchos países han contrarrestado esa propaganda y han logrado plantear la energía nuclear como un asunto fundamental para la independencia energética.

Lo que antes tenía una motivación geopolítica ahora se hace por mor de esa tortilla ideológica que se suele denominar eco-pacifismo y otras yerbas. Hay cosas que corren en lo profundo de la mentalidad de ese bicho que llamamos "progre hispano", que se indigesta de todo lo que huela a modernidad sin sentido crítico alguno. No me refiero a la parte folclórica, que hay que ver lo que epata el colgarse vestido con un buzo fosforito de la chimenea de una central nuclear para soltar una pancarta (esos vídeos pasarán a la historia para regodeo de las generaciones posteriores).

Me refiero a la mezcla explosiva de conceptos atávicos y miedos primitivos mezclados con la verborrea pseudo-científica; las radiaciones de los móviles ya no son un tema de moda, pero hace apenas unos años al parecer eran causa desde jaquecas a cánceres galopantes. En la confusa mente de los que se dejan engatusar por anuncios de alimentos eco-energéticos, moléculas inteligentes y bifidus milagrosos se ha producido una transmutación tal que la energía, los campos magnéticos y las radiaciones han sustituido a los espíritus, los laboratorios a los brujos y las centrales nucleares a los castillos encantados donde moran las fuerzas del mal. Nada ha cambiado, excepto que el oscurantismo espiritista preindustrial se ha materializado en oscurantismo posmoderno, es decir, pseudo-ciencia new age

Poco importa que una central nuclear emita incluso menos radiación que una central térmica, ya que los combustibles fósiles tienen trazas de elementos radiactivos; una gran parte ni siquiera sabe que existe la radiación natural. Una vez identificada la radiación con sus fantasmas, no hay razonamiento cuantitativo que cambie las cosas. Respecto a los residuos, más de lo mismo.

Otras consideraciones, estas ya para progres más "concienciados", son económico-políticas: "El poder incentiva las energías duras que afianzan dicho poder, mientras que los molinillos y las placas solares lo debilitan". Invierten la realidad y no se dan cuenta del tremendo consumo de energía en kilowatios-hora que gasta su automóvil o el transporte público que utilizan todos los días. Sin gran cantidad de energía barata y fiable, todas las cosas que aprecia ese ser tan delicado y posmoderno no existirían.

La mente no educada desconoce los razonamientos cuantitativos o económicos. Si ve un molinillo de juguete encender una bombillita –como en aquel anuncio del Ministerio– entonces piensa que toda la energía del mundo se puede obtener con la misma facilidad, y si no es así, se deberá a intereses oscuros. Pero un milirem de radiación sigue siendo radiación.

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