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Burton Folsom

El gasto público no funciona

No debemos asumir que más gastos gubernamentales estimularán el crecimiento económico o reducirán el desempleo. La historia nos enseña más bien la lección opuesta.

Los periódicos dan a conocer nuevas solicitudes de estímulos a la economía, mientras el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, insiste en que el gobierno no se había dado cuenta de lo mal que está la economía, ni anticipaba que el desempleo se acercara al 10 por ciento. Se asume que el gasto gubernamental es automáticamente positivo y si su monto actual sigue aumentando el desempleo, la aparente solución es que el gobierno federal lance más y más dinero a la calle. Claro que el argumento contrario y lógico es que todo gasto gubernamental proviene del bolsillo de la gente y que más gastos del gobierno implican menos dinero para los agentes económicos privados. Entonces, si los consumidores tienen menos dinero, ellos no pueden gastar más ni crear nuevos empleos, ni siquiera podrán mantener en sus puestos a quienes están trabajando actualmente.

Enfrentamos un impasse: los funcionarios gubernamentales dicen una cosa y la gente común y corriente mantiene todo lo contrario. Recurramos a lo que la historia nos indica. Durante la Gran Depresión, el presidente Herbert Hoover intentó estimular a la industria agrícola, a los bancos y los ferrocarriles, pero el desempleo se disparó a 25 por ciento. Bajo la presidencia de Franklin Roosevelt se aumentó el gasto del gobierno federal, pero el desempleo alcanzó 21 por ciento en abril de 1939. Cuarenta años más tarde, el presidente Carter promulgó un paquete de estímulos, pero el desempleo aumentó al 8 por ciento y la inflación al 14 por ciento.

El año pasado, el presidente George W. Bush anunció un paquete de estímulos de 150 mil millones de dólares y el desempleo aumentó. Este año, el presidente Obama anunció un paquete de emergencia y el Congreso le dio 787 mil millones de dólares para estimular la economía. Su mandato comenzó con una tasa de desempleo de 8 por ciento, mientras que ahora ya está en el 9,5 por ciento.

No debemos asumir que más gastos gubernamentales estimularán el crecimiento económico o reducirán el desempleo. La historia nos enseña más bien la lección opuesta.

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