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Clifford D. May

El Frente AfPak

El presidente Obama no es un partidario de la doctrina de la "construcción de naciones". Pero sí parece reconocer que, a menos que dejemos en Afganistán un gobierno que pueda defenderse y ayudar a su población, emergerán nuevos talibanes.

Ni a los afganos ni a los pakistaníes les gusta mucho el término "AfPak" (Afganistán-Pakistán). Pero lo cierto es que estas dos naciones constituyen un solo frente en la guerra global que han emprendido los islamistas militantes.

Durante su campaña presidencial, Barack Obama hizo hincapié en su oposición al conflicto en Irak pero se mostró inflexible sobre la necesidad de prevalecer en Afganistán. Y este mes, los marines americanos pusieron en marcha la operación Khanjar (Golpe de Espada): el aumento de tropas del presidente Obama en la provincia de Helmand donde, durante los últimos dos años, los talibanes se han estado reagrupando y recuperando poder. La Casa Blanca ha presionado al gobierno pakistaní para ir también tras los insurgentes islamistas que están en su territorio.

La meta es clarísima: "trastocar, desmantelar y derrotar" tanto a los talibanes como a Al-Qaeda en sus bastiones del sur de Asia. Pero cómo lograr esos objetivos es algo engañosamente complicado, tal y como se vio en la conferencia de expertos sobre el frente AfPak que organizó la Fundación por la Defensa de las Democracias (FDD) que presido. Entre los participantes en la conferencia había embajadores, académicos, corresponsales extranjeros de prensa así como antiguos y actuales representantes de organizaciones que trabajan en Afganistán y Pakistán.

Los talibanes asumieron el control de Afganistán en los años 90 y fueron diligentes a la hora de ofrecerle refugio a Al-Qaeda. Desde su cuartel general en la sureña Kandahar, Al-Qaeda tramó –y luego celebró– las atrocidades del 11 de septiembre de 2001.

En respuesta, Estados Unidos, aliado con los afganos antitalibán, derrocó al régimen. Pero el líder talibán conocido como el mulá Omar y el líder de Al-Qaeda, el multimillonario saudí Osama bin Laden, lograron escaparse a través de la frontera con Pakistán en la zona noroeste, un área tan agreste que los pakistaníes a veces la llaman "Junglastán".

Con el paso de los años, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN han intentado llevar seguridad y estabilidad a Afganistán, pero con un éxito limitado. Durante este mismo período, tanto Al-Qaeda como los talibanes han ampliado sus bases de operaciones en Pakistán. En 2008, los talibanes se trasladaron al valle de Swat, un hermoso lugar que queda al norte, a poca distancia de la capital pakistaní, Islamabad y en el que tuve la suerte de hacer senderismo hace 20 años.

El presidente Obama no es un partidario de la doctrina de la "construcción de naciones". Pero sí parece reconocer que, a menos que dejemos en Afganistán un gobierno que pueda defenderse y ayudar a su población, emergerán nuevos talibanes. Financiados no solamente con el comercio del opio sino también por radicales árabes multimillonarios del petróleo, estos talibanes matarán a todo aquel que esté de nuestro lado.

Incluso si Afganistán se convirtiera en la Costa Rica de Asia, importará poco si los islamistas militantes asumiesen el control de Pakistán, un país con armas nucleares. Una declaración de Al-Qaeda, publicada el mes pasado, rezaba así: "Si Alá quiere, las armas nucleares [en Pakistán] no caerán en manos de los americanos; entonces los mujaidines las tomarían y las usarían contra los americanos".

Se cree que el emir de los talibanes en Pakistán, Baitulá Mehsud (también referido a veces como el "ayatolá" Mahsud), es responsable de asesinar a la ex primera ministra Benazir Bhutto cuando estaba en campaña electoral a finales de 2007. Sin embargo, sus ambiciones van más allá de las fronteras de Pakistán. "Queremos erradicar Gran Bretaña y Estados Unidos, hacer añicos la arrogancia y la tiranía de los infieles", ha dicho Mehsud. "Rezamos por que Alá nos permita destruir la Casa Blanca, Nueva York y Londres". ¿Pura bravata? Ésa era la opinión de muchos analistas en los años 90 respecto a Osama bin Laden cuando amenazaba de igual forma.

Hace unos días, el ejército pakistaní ha estado demostrando mayor compromiso y seriedad. Según los expertos en la conferencia de la FDD, ese ejército sigue siendo una fuerza convencional de lucha, con poco entrenamiento en contrainsurgencia, la estrategia militar que pone énfasis en la protección de la población local: eliminando terroristas que son una amenaza, ayudándoles a establecer seguridad en sus territorios y algo que se parezca a una economía operativa y a un gobierno que funciona (incluso aunque sea el Consejo de Ancianos del Pueblo).

Las fuerzas americanas solamente pueden ayudar hasta cierto punto a los moderados en Pakistán. Pero el uso de los aviones teledirigidos de la CIA parece hacer sido efectivo ya que ha logrado eliminar al menos a ocho líderes importantes de Al-Qaeda recientemente.

Un comandante talibán le decía a un periodista de Newsweek que estaba "asombrado" con la precisión de los aviones, en uno de los casos, un misil cayó específicamente en el cuarto dentro de una casa donde estaba escondido Mustafá al-Misri ("Mustafa el egipcio") junto a otros operativos de Al-Qaeda.

Un participante en la conferencia de FDD dijo estar seguro de que tales ataques no han matado a un solo civil en Pakistán desde septiembre de 2008. Los informes que afirman lo contrario son mentiras de los talibanes, sostenía experto. Por ejemplo: las grabaciones registradas por la cámara de un misil Predator muestran como un alto líder de los talibanes está solo y de pie junto a su automóvil en un campo hablando por su teléfono móvil cuando el misil Predator lo elimina. Sin embargo, en su informe de noticias, la BBC citó una información de los talibanes que decía que también se había matado a nueve "civiles" en ese ataque.

Bin Laden estuvo muy acertado al decir que la gente prefiere un caballo fuerte a un caballo débil. Al-Qaeda en Irak fue derrotado solamente después que los iraquíes se convencieron de que el ejército americano era, según las memorables palabras del corresponsal de guerra Bing West, "la tribu más fuerte", el mejor amigo que podrían tener y que no los abandonaría.

Si el frente AfPak refuerza esta percepción acerca de Estados Unidos, será una victoria. Si no, una derrota. De la misma manera, los esfuerzos de Estados Unidos en la guerra global tendrán éxito si en este frente como en Irak, el islamismo militante prueba ser un callejón sin salida, tanto de forma literal como en sentido figurado. Solamente entonces Afganistán y Pakistán tendrán la oportunidad de evolucionar como las naciones-Estado independientes y de éxito que a muchos de sus ciudadanos les gustarían que fuesen.

©2009 Scripps Howard News Service
©2009 Traducido por Miryam Lindberg

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