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Amando de Miguel

Noticia sobre la Babel de las lenguas

En diferentes épocas del pasado, China ha sido una gran potencia y sin embargo nunca ha conseguido situarse a la cabeza del mundo. Tengo para mí que (al igual que en el caso del Japón) el gran obstáculo ha sido la lengua.

Elena Escalada Yáñez (Suiza) comprueba que, en su país de residencia, también domina el paletismo: los que hablan francés no quieren hablar alemán y los que hablan alemán no quieren aprender francés. Es una comprobación sorprendente. La idea que teníamos en España es que Suiza era un modelo de convivencia de distintas lenguas. Pero la maldición de Babel continúa.

Antonio Gil se refiere a la "gilipollez" que significa el intento de traducir los discursos y actas del Senado a todas las lenguas españolas, por lo mismo que algo parecido puede suceder en el Parlamento Europeo. La idea de don Antonio es que en Bruselas todos los parlamentarios deberían expresarse en inglés o, en todo caso, que las traducciones se hicieran solo a las lenguas oficiales de los Estados miembros.

Eduardo Gavín me escribe desde Portugal para comunicarme la gran polémica actual sobre la reforma ortográfica. Parece que se va a imponer la ortografía brasilera. No tengo datos al respecto, pero entiendo que esa polémica se deriva de la gran variación que existe entre el portugués europeo y el americano. Ignoro lo que ocurre con el portugués africano o asiático. Espero más información al respecto.

Jaume Tortosa Amor arguye que no le gusta mi clasificación de "lengua de comunicación" frente a "lengua étnica". En su lugar, él propone "lengua de cultura" frente a "lengua familiar". Para don Jaume la clave es que una lengua se hable o no en varios territorios o países. Estoy de acuerdo con él en este diagnóstico:

Suelo explicar factores que determinan que una lengua particular, específica de un territorio y hablada como vehículo de comunicación interpersonal, se pueda convertir en una lengua de cultura, es decir, en una lengua que ayude a la comunicación ya no interpersonal, sino interterritorial. Hay más factores, como usted ya sabe, pero me quedo con ese factor por su simpleza pedagógica: el español sirve para una comunicación interterritorial, además se habla en varios estados y se va introduciendo como lengua de cultura en nuevos.

Otra opinión de don Jaume, muy entrada en razón, es la que se refiere a la posición del catalán en Cataluña o del valenciano en la Comunidad Valenciana. Destaco algunos párrafos clarividentes:

El tema que me gusta es el del catalán, me encanta por varias razones. Primera porque soy bilingüe. Tengo la suerte de haber nacido en Valencia y de que mis padres me hayan enseñado a hablarla, pero hasta ahí. Me explico, el valenciano, catalán en Cataluña, es una lengua viva, familiar y utilizada esporádicamente como lengua de comunicación en un período muy corto de la historia y en un territorio aún más pequeño, sustituida, ya en sus primeros estadios, por el español como lengua de cultura en su literatura –al menos desde el siglo XV hasta, en cierta medida, la Renaixença del XIX–, en sus transacciones comerciales y en los estudios. El profesor Lodares lo explica de maravilla en sus libros. En segundo lugar, desde la inversión democrática que hemos sufrido en los territorios bilingües desde la llegada de las autonomías, el valenciano se ha convertido en un arma que intenta tomar, junto con el catalán (lo veo inviable en el gallego-vasco) el espacio de los estudios y de la literatura (lo veo difícil en el ámbito comercial: La Vanguardia sigue editándose en español, Planeta sigue siendo la editorial que más libros hace en español, los productos catalanes se etiquetan en español...). La presión insoportable sobre el español hace que este se desplace de los ámbitos antes mencionados, pero la estructura misma del mercado hace que no pueda avanzar, el catalán, en el terreno comercial. Es una obviedad que el mercado está cautivo desde hace más de un siglo y la burguesía catalana lo sabe, por ello la presión no creo que se desplace al mundo del comercio y con ello, nunca podrá convertirse ni el catalán ni el valenciano, en una lengua de cultura. Es una simple cuestión de sentido común. En tercer lugar me encanta observar y analizar, en mi doble vertiente de filólogo y sociólogo, como evoluciona la política lingüística en estas dos comunidades. Desde luego en Cataluña ha funcionado perfectamente el desplazamiento académico, desde preescolar hasta la universidad, el asedio al español es constante. En Valencia casi lo mismo, existen zonas que denominan "Libres de castellano". En su guerra llevan implícita la derrota. Me explico. La obsesión del nacionalismo es convertir su habla vernácula en imposición imperial, su habla particular, en definitiva, en lengua de cultura, por eso asaltan los espacios académicos, porque entienden que es ahí donde reside el prestigio –me encantaría que escribiese un artículo sobre el concepto de prestigio cultural, sobre la difícil idea que un hablante tiene sobre la lengua que habla y la idea que los demás tienen sobre la lengua que habla– por eso algunos artículos sobre la pobreza de los que hablamos español, sobre el terror de su imposición y otras sandeces de zotes. El prestigio de una lengua es un concepto difuso y complejo, creo que poco explicado, pero ellos toman una parte de dicho concepto y trabajan sobre él, entendiendo por prestigio su imposición burocrática. Pero los datos del CIS, oleada tras oleada son tozudos, el español en Valencia y en Cataluña supera con comodidad al catalán o al valenciano como lengua materno-familiar y, aunque aumenta el número de conocedores de la lengua, no es cierto ni que aumente su uso interregional (el interestatal es imposible) ni su uso cultural (fiasco del doblaje industrial cinematográfico etc...). Ellos entienden que la subvención, la imposición (usted lo explica perfectamente cuando explica que el español sólo fue oficial desde la República), la asistencia a exposiciones internacionales, la presencia del dominio .cat y otras estupideces por el estilo, nunca harán que una lengua familiar se convierta en verdadera herramienta de comunicación internacional. Yo me preocuparía si un señor de Albacete, otro de Nueva York y un tercero de Japón se comunicaran entre ellos en valenciano y no en inglés o en español.

Mikel Morris (sinólogo) razona que "según todos los expertos, la economía china será la más grande del mundo para el año 2020 o 2030". Me permito dudar de tal vaticinio, que en su día se dijo para el Japón. La prueba es que, en diferentes épocas del pasado, China ha sido una gran potencia y sin embargo nunca ha conseguido situarse a la cabeza del mundo. Tengo para mí que (al igual que en el caso del Japón) el gran obstáculo ha sido la lengua. El chino mandarín no ha conseguido ser un idioma de comunicación internacional fuera de su inmediata zona de influencia. Un primer paso necesario para esa hegemonía sería hacer que el mandarín o "putonghua" fuera la lengua realmente común en el inmenso territorio chino. Las autoridades lo están intentando a golpe de decreto y de prohibiciones, según documenta don Mikel. Pero, aunque tuviera éxito esa unificación, el chino no será un idioma realmente internacional, por lo menos hasta tanto no se adapte a una escritura alfabética. Esa tarea es casi imposible antes de un par de generaciones. Otra cosa. La economía china no podrá mantenerse en el grupo de cabeza del mundo si no se acompaña de una adecuada transición democrática.

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