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Maite Nolla

El Cádiz

Después de una muy engolada declaración de Zapatero, amenazando a los paraísos fiscales con que el nuevo orden planetario antineoliberal iba a ir a por ellos, Moratinos humilla a España festejando con dictadores, blanqueadores de dinero y tiranos varios.

Sobre los acontecimientos de estos días, decir dos cosas: la primera es preguntarles a los que han actuado según aconsejaba la jugada, tal y como dijo Bermejo antes de salir a hombros y de que no le dejaran volver a entrar, qué aconseja ahora la jugada. Y, siento decirlo, pero no comparto el entusiasmo de la portavoz del PP en el Congreso ante una supuesta nueva unidad. Una cosa es un comunicado conjunto de condena y otra que, a partir de ahora, vayan a aceptarse determinados principios. Recordarle a la señora portavoz que sólo dos partidos con representación en el Congreso votaron a favor de la Ley de Partidos y que no creo que Esquerra, de repente, vaya a coincidir políticamente con el PP en esta materia. Especialmente desafortunada estuvo al poner como ejemplo de esa nueva unidad a ERC, en unas declaraciones al programa La Linterna; desafortunada por miles de motivos, aunque sólo sea porque no creo que a ERC le haga ninguna gracia que se piense que coincide con el PP en el tema.

Y todo ello se une a una temporada en la que entenderé que alguno de ustedes quiera suspender temporalmente su condición de español; es más, no sólo le daré la razón, sino que tendrá también todo mi afecto. Para empezar, la izquierda española ha decidido que los más ricos tendrán mejores servicios que los más pobres, en una nueva versión del progresismo solidario e igualitario del siglo XXI.

Por otra parte, después de una muy engolada declaración de Zapatero, amenazando a los paraísos fiscales con que el nuevo orden planetario antineoliberal iba a ir a por ellos, el ministro de Asuntos Exteriores humilla a España festejando con dictadores, blanqueadores de dinero y tiranos varios.

Otra que ha decido hacer el ridículo y poner en ridículo a la institución a la que representa, es la vicepresidenta del Congreso, que ha firmado un artículo haciéndose la ofendida por otro previo de Pérez-Reverte. La señora Cunillera es el ejemplo perfecto –hasta que llegaron Bibiana y Carmen Chacón– de cómo el sistema de partidos permite que los peores lleguen a los cargos más altos. No es verdad que ella represente a los votantes; eso sería verdad si se permitiera votar mediante listas abiertas. Ella representa al partido que la ha incluido en las listas cerradas, bloqueadas y, generalmente, mangoneadas. Nunca la he visto en Lérida, en su inexistente oficina electoral, dando cuenta de por qué no se ha hecho ni un solo kilómetro de la autovía con Zaragoza que sustituya a esa máquina de picar carne humana que es la carretera nacional. Después de años a la sombra de Felipe, de Fernández-Marugán y ahora de Zapatero, poca cosa ha hecho la señora Cunillera por la circunscripción por la que sale elegida; bueno, una sí: vender el socialismo al nacionalismo.

Y cuando Alicia Sánchez-Camacho se autoproclama candidata del PPC a las autonómicas catalanas, por fin una buena noticia: leo en internet que el Cádiz hace publicidad del bicentenario de la Pepa, de la primera constitución española. En Cataluña, en tevetrés –la tele preferida de doña Alicia– serían considerados unos fachas, españolistas y doce o trece cosas horribles más. En estos tiempos que corren, el símbolo de la España constitucional y liberal, en la camiseta de un equipo de fútbol.

En España

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