Menú
Álvaro Vermoet Hidalgo

Francia ante el suicidio cultural de Occidente

Los libros de texto han sustituido los objetivos de "civilización francesa", desde Prévert a Victor Hugo, por una infinidad de bobadas sobre ecologismo, calentamiento global, ONG, comercio justo frente al egoísmo del consumo o Amnistía Internacional.

Escribía no hace mucho sobre las notorias diferencias entre la idea de sociedad británica y francesa. Diferencias que han inspirado tanto las distintas políticas coloniales como, ahora, los distintos modelos de gestión de la inmigración y de aquello que llaman la "sociedad multicultural". Los franceses hablaban de civilizar a los pueblos colonizados, asimilándolos en su cultura. Por el contrario, para los británicos predominaba la idea de acoger a distintos pueblos, naciones y tribus bajo el manto de una Corona imperial respetuosa con las diferencias culturales. En consecuencia, mientras que en las colonias francesas se votaba al presidente de la República, los ingleses nunca hubieran cedieron un diputado a los habitantes de las colonias. Distintas ideologías que se han trasladado a los diferentes modelos de acogida de la inmigración y a la manera de tratar su propia herencia cultural.

Hoy, hay barrios enteros de Londres donde el burka no es la excepción sino la regla, donde las escuelas islámicas y las mezquitas saudíes gozan de total inmunidad para impartir las enseñanzas integristas venidas de Arabia Saudí y, sin embargo, cada vez lo tienen más difícil para hacer valer su libertad de expresión aquellos que se atreven a criticar al islam. Y no por las amenazas de los fundamentalistas, sino por las leyes británicas que persiguen las "ofensas religiosas". El éxito de este modelo es notorio: la mayoría de los jóvenes musulmanes nacidos en el Reino Unido se declaran partidarios del terrorismo islámico y enemigos de Occidente. Pues bien, ese modelo de "multiculturalidad" no sólo ampara el islamismo sino que no deja espacio para la cultura propia británica. Así, si uno va a estudiar inglés al British no oirá hablar de Shakespeare ni de la Reina Victoria sino, seguramente, de la "multiculturalidad" o la "ciudadanía global".

Mientras se extiende esta especie de pedagogía de lo políticamente correcto, Francia parecía ir a contracorriente: insiste en defender el espacio cultural de la francofonía, prohíbe el velo islámico en las escuelas públicas, elige a Nicolas Sarkozy al frente de la República para defender la identidad nacional, aprueba el contrato de integración para los inmigrantes, busca recuperar la enseñanza rigurosa de la cultura francesa frente al relativismo del Mayo del 68, promueve la prohibición del burka en los espacios públicos y, desde luego, no tolera mezquitas o escuelas teledirigidas desde Riad. Incluso en los centros de enseñanza de francés del mundo entero, l’Alliance, se enseñaba no sólo lengua sino, además, "civilización francesa". Pero, pese a la elección de Sarkozy, parece inevitable que la moda del suicidio cultural llegue también a estos centros.

Así, los libros de texto que se utilizan han sustituido los objetivos de "civilización francesa", desde Prévert a Victor Hugo, por una infinidad de bobadas sobre ecologismo, calentamiento global, ONG, comercio justo frente al egoísmo del consumo o Amnistía Internacional. Incluso, el taller "Civilization" desaparece, para siempre, este mes. Así me lo ha explicado un profesor: se están "armonizando" los contenidos para hacerlos más globales y consensuados en todas las Alianzas del mundo, y se insiste una y otra vez desde la dirección en sustituir todo lo que sea cultura francesa por temas como el ecologismo o la sociedad multicultural.

Es una lástima que pese a que los franceses hayan elegido a Sarkozy y a su partido, la UMP, para defender la identidad nacional francesa y recuperar la cultura del esfuerzo en las escuelas, la Alianza francesa vaya en dirección contraria. Nadie parece preocuparse del pluralismo político cuando los libros de texto parecen folletos de propaganda ecologista o cuando reírse de Sarkozy parece un contenido "interdisciplinar" en las clases y, sin embargo, se persigue como una amenaza imperialista cualquier intento de transmitir la cultura francesa de la única forma que tiene Francia en otros países del mundo, a través de l’Alliance. Y no deja de ser irónico que acuse de incultura a Sarkozy la misma izquierda que ha conseguido inutilizar la educación como instrumento de civilización.

Parece, pues, que la "Educación para la Ciudadanía" o el nuevo grado en "Igualdad" de la España plural de Zapatero es, en efecto, la última tendencia mundial en pedagogía. Me temo que pronto los libros de texto de todas las escuelas de Europa serán exactamente iguales, excepto por el idioma: no se estudiará nada más que la multiculturalidad, la culpa histórica de Occidente, las desigualdades que conlleva la globalización, la agricultura ecológica o la Alianza de Civilizaciones en cualquier escuela. Un suicidio cultural que, pese a la "excepcionalidad cultural" de la nación francesa y, desde luego, del discurso político de Sarkozy parece, incluso aquí, inevitable. Parafraseando a Charles Trénet, que reste-t-il... de la France?

En Sociedad

    0
    comentarios
    Acceda a los 2 comentarios guardados