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EDITORIAL

El PER de Zapatero: propaganda y caos

España sufrirá la crisis más que el resto de países desarrollados porque no sólo no hemos aliviado las rigideces de la economía sino que las hemos subvencionado para costearle la campaña electoral a uno de los principales responsables de este desaguisado.

Zapatero sólo ha sabido adoptar una estrategia frente a la crisis económica más grave desde el crack del 29: negarla. Primero negó su existencia y una vez ganó las elecciones negó que los españoles fueran a padecer sus consecuencias gracias a su mal llamada política social. Por supuesto, ambas negaciones eran falsas; lo único que puede llevar a cabo un Gobierno para aliviar las nefastas consecuencias sociales de una crisis es facilitar el proceso de ajuste de la economía, esto es, justo lo contrario de lo que ha hecho el Ejecutivo socialista.

Después de despilfarrar miles de millones de euros en las distintas versiones del Plan E, la última ocurrencia del PSOE ha sido crear un PER a escala nacional para los parados de larga duración que pierdan la prestación por desempleo. La justificación de semejante medida ha pasado por exhibir una falsa preocupación por el ciudadano que ha perdido todas sus rentas a causa de la crisis; preocupación que, en realidad, no va más allá de los efectos electorales que la pobreza y las cifras del INEM puedan tener para los socialistas en los comicios futuros.

Al fin y al cabo, no conviene olvidar que si los desempleados permanecen tanto tiempo en el paro como para perder su subsidio es porque Zapatero se niega rotundamente a acometer la imprescindible reforma laboral que dote de flexibilidad a un mercado laboral más propio del Tercer Mundo que de Occidente. Los parados no deberían obsevar a Zapatero como un generoso político preocupado por su desafortunada situación; primero porque el dinero que reparte con alegría no es el suyo, sino que procede de los impuestos del resto de españoles; y, segundo, porque a la hora de emitir un juicio de valor no habría que fijarse sólo en si el una persona salva de un incendio a su vecino, sino en si esa persona ha sido la que previamente ha prendido fuego al inmueble.

Más bien, el presidente del Gobierno español debería ser considerado un doctrinario socialista que se obceca en sus caducos dogmas y que, por semejante pataleta, está dispuesto a sacrificar el futuro de todos los españoles: tanto el de aquellos a quienes impide encontrar un empleo como el de quienes se ven obligados a costear con sus impuestos un volumen cada vez mayor de gasto público.

Y si alguien dudaba de las verdaderas preocupaciones de Zapatero, sólo tiene que fijarse en la falta absoluta de preparación con el que unas colapsadas oficinas del INEM están gestionando el nuevo PER socialista. El Gobierno ni siquiera les ha facilitado un modelo de solicitud para el mismo, entre otros motivos porque no se ha molestado en redactarlo tres días después de publicar en el BOE el Real Decreto que otorga derecho a la nueva prestación.

La medida pues sólo tiene dos finalidades, un efecto propagandístico –que ya se ha logrado con el Consejo de Ministros extraordinario del pasado jueves– y un efecto maquillaje –que se conseguirá tan pronto como no sólo lancen globos sonda sino que comiencen a conceder a los solicitantes los 420 euros mensuales del nuevo subsidio y a cambio los saquen de las listas de parados.

Dicho de otra manera, Zapatero continúa inmerso en su labor de manipulación, en la negación de la realidad y en la imposición a modo de rodillo de sus nulos conocimientos económicos. Por eso España sufrirá la crisis más que el resto de países desarrollados, porque no sólo no hemos aliviado las sangrantes rigideces de nuestra economía sino que nos hemos puesto a subvencionarlas para costearle la campaña electoral a uno de los principales responsables de todo este desaguisado.

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