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Emilio J. González

Gran Depresión ‘made in Spain’

Para reactivar el consumo es preciso que se frene la destrucción de puestos de trabajo y se generen las condiciones para crear nuevos empleos, lo que sólo es posible a través de esa reforma laboral que el Gobierno se niega a llevar a cabo.

Los analistas se preguntan si la recuperación internacional tendrá forma de ‘V’, de ‘W’ o de ‘L’. En España, gracias al Gobierno, podemos apostar sin temor a perder por la última opción y con una línea horizontal bastante larga. ¿Por qué? Porque el Ejecutivo no hace nada o, lo que es peor aún, cuando actúa es para tomar las medidas que no debe.

El Gobierno se cree que la recuperación de las principales economías mundiales, sobre todo Alemania y Francia, ayudarán a España a superar la crisis. Así lo manifestó recientemente. Pero aparte de que dicha reactivación todavía tiene que producirse, consolidarse y tener lugar a un ritmo lo suficientemente acelerado como para que las dos grandes economías de la Europa continental puedan actuar como locomotoras de la UE, lo cierto es que la estructura productiva española no es, en estos momentos, la más adecuada para poder aprovechar el impulso franco-alemán, si es que llega a producirse y con la intensidad necesaria. En nuestro país, el verdadero empuje al crecimiento y el empleo sigue viniendo de la demanda interna, la cual, hoy por hoy, no tiene la menor capacidad de recuperación. El sector de la construcción ya no es motor económico y el consumo tampoco va a poder ejercer ese papel. Caixa Catalunya, en su informe mensual de coyuntura, acaba de advertir que puede producirse el mayor derrumbe de la historia en el gasto privado a causa de la crisis y del miedo de los españoles a perder su trabajo. Si se cumplen esos pronósticos, y la entidad catalana es una gran especialista en analizar el consumo en sus informes, aquí tenemos crisis para rato. Y todo ello debido a la política económica del zapaterismo.

Para reactivar el consumo es preciso que se frene la destrucción de puestos de trabajo y se generen las condiciones para crear nuevos empleos, lo que sólo es posible a través de esa reforma laboral que el Gobierno se niega a llevar a cabo. Así es que las expectativas laborales van a seguir deprimidas durante mucho tiempo y, con ellas, el gasto familiar. Pero es que el Gobierno todavía puede echar más leña al fuego, sobre todo si, como acaba de anunciar el ministro de Fomento, José Blanco, aprueba una subida de impuestos a los más ricos. En contra de lo que pretende hacer creer el Ejecutivo, la necesidad de financiar los 420 euros y su posible ampliación del número de beneficiarios no es la verdadera razón de que se vaya a tomar esta decisión. De hecho, hace pocos meses, y antes de que se planteara ni tan siquiera de forma remota la aprobación de esa ayuda a los parados que pierdan el derecho a la prestación por desempleo, ya la número tres de los socialista, Leire Pajín, dejó caer esa posibilidad. Los 420 euros, por tanto, no son más que la excusa para poner en marcha algo que Zapatero quería hacer desde hace tiempo. Y, en contra de lo que dice Blanco, esa subida no va a ser para los ricos, porque éstos tienen todos los asesores fiscales y contables que necesitan para minimizar su factura tributaria. Será, como siempre, para la más que sufrida clase media, que es la gran protagonista de un consumo que no se va a reactivar en cuanto Hacienda vuelva a meterle la mano en la cartera.

Todo esto podría evitarse reduciendo el gasto público y reestructurándolo, con el fin de atender a las verdaderas necesidades de la crisis, frenar un déficit público cuya financiación se está comiendo el dinero que los bancos tendrían que prestar a las empresas y familias y permitir una bajada de impuestos que, efectivamente, estimule el consumo, la creación de empleo y la recuperación económica. Todo ello acompañado de las necesarias reformas estructurales, como la laboral o la de determinados mercados (¿por qué la gasolina ha subido en España, en lo que va de año, por encima del 30%, 10 puntos más que la media de la UE?). Eso es lo que dictan tanto la ortodoxia económica como el sentido común. Por desgracia, Zapatero, en lugar de prestar atención a esos dictados, lo que quiere hacer es socialismo de verdad y ha encontrado en la crisis la excusa perfecta para ello. En vez de liberalizar, más rigideces y más intervencionismo; en vez de recortar el gasto público, más ‘política social’ y más impuestos progresivos, que es la forma que tiene de redistribuir la renta sin pararse a pensar que, con ello, lo único que hace es empobrecer a todo el mundo: a los que tienen trabajo porque se verán forzados a pagar más impuestos y a los que no lo tienen porque seguirán en ese estado durante mucho tiempo. Así es como se está generando nuestra particular ‘L’, la versión ‘made in Spain’ de la Gran Depresión.

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