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Francisco Capella

Un desatino cebrianés

ZP y sus amigos de la Sexta son conscientes de que comienza la temporada de fútbol (urgencia) y no pueden seguir ofreciéndolo gratis con el pastón que les han costado los derechos de emisión (extraordinaria necesidad).

Juan Luis Cebrián, consejero delegado del Grupo PRISA, es tan generoso con sus lectores que les avisa de que lo que ha escrito en su artículo es un desatino acerca de la TDT de pago. Comienza mencionando el franquismo, y es que hay gente que lo conoció bien, medró con él, y no pueden dejar de recordarlo; o quizás quiere manchar con tintes  franquistas a quienes va a criticar, pero eso sería un golpe bajo seguramente impropio de su nivel argumentativo.

Cebrián protesta contra la mala costumbre de gobernar a golpe de decreto ley, porque no suele haber la "extraordinaria y urgente necesidad" que requiere la Constitución. Pero la Constitución no menciona de quién o para qué sea esa extraordinaria y urgente necesidad, y el Gobierno de ZP y sus amigos de la Sexta (a quienes con muy mala educación nunca menciona por su nombre) son conscientes de que comienza la temporada de fútbol (urgencia) y no pueden seguir ofreciéndolo gratis con el pastón que les han costado los derechos de emisión (extraordinaria necesidad).

La Cuarta y la Sexta han negociado para formar una Quinta de Buitres y repartirse la tarta jurgolera, pero parece que no se han puesto de acuerdo y ahora en Prisa están muy enfadados. Tanto, que al de la ceja y a sus subalternos les tacha de "sedicente talante democrático", algo feísimo. Y dice que no tienen calidad democrática y que no respetan la división de poderes: quizás se refiera al reparto del poder entre los socialistas y su antigua maquinaria de propaganda periodística, ahora traicionada por otra más joven. Y es que son arbitrarios, inmorales, maniáticos y ensoñadores.

Para Cebrián ha sido un "abuso gubernamental perpetrado" por el Gabinete al aprobar "por decreto ley la implantación del sistema de pago en la Televisión Digital Terrestre". Suárez y González también hicieron lo del abuso del decreto ley, pero Cebrián se siente magnánimo y los perdona, porque era la Transición (qué tiempos aquellos) y "se trataba de construir la democracia y de hacerlo de manera efectiva y rápida". Que no disculpe lo de ZP ahora quizás se deba a que disfrutamos de una democracia sólida y consistente, o tal vez porque ahora se trata de destruirla de manera efectiva y rápida.

Cuando habla de "favorecer los intereses de una empresa cuyos propietarios están ligados por lazos de amistad al poder" conviene prestarle atención porque el tema se lo sabe al dedillo. Quizás los lazos ahora no son tan cordiales (del amor al odio, ya se sabe que hay un paso) y presa de los celos ahora parece que quiere lanzar un recadito al PSOE y recordarles a "los votantes que creen en la moralidad de las propuestas de los políticos". Esos votantes que quizás lean El País y sigan sus directrices electorales.

Cebrián alaba las virtudes de la competencia leal y transparente, de la que son fervientes partidarios él y su empresa, ahora que ya están más o menos establecidos (antes no se recuerda este entusiasmo); pero estima que "el panorama audiovisual español ha sido manoseado hasta la obscenidad por este Gobierno mediante medidas parciales y caprichosas". Otros gobiernos seguramente no han manoseado hasta la obscenidad el panorama audiovisual español mediante medidas parciales y caprichosas. No pensemos en Canal Plus, ni en la Cuatro, ni en la Ser, ni en Antena 3...

En su película hay otro malo muy malvado, quizás para que le sirva de advertencia a ZP a ver si se arrepiente de sus errores y se redime: Aznar, que echó la derecha al monte y desde entonces "sólo asistimos a políticas de división y enfrentamiento". Esta es la moraleja final de su mensaje: derecha mala, evitemos las peleas entre los izquierdistas  de ambos emporios mediáticos.

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