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Joan Valls

La verdad nos hará liebres

Hacer de Prometeo en el infierno es como arar en el mar, por lo que quizá habría que robarles a los dioses la máquina de hielo. Aznar, con torpeza, venía a decir que la asunción de la verdad del 11-M queda para el futuro.

Oyente: ...y de ahí mi disconformidad con el punto de partida.

Invitado: Es que la mejor forma de avanzar hacia la verdad es investigando y haciéndolo llegar a la opinión pública.

Oyente: Es en el planteamiento vertical donde veo el error. Yo creo que, primero, habría que haber identificado el problema en la masa y no en una élite manejando a presuntos encubridores. Entre quienes cuestionan la versión oficial, se ha asumido el siguiente escenario, aunque más bien lo definiría como paradigma: la matanza del 11-M es un atentado dirigido contra la nación española, la cual, en un estado de ignorancia permanente, es engañada sistemáticamente por una casta de políticos y medios afines. La única forma de revertir esta dinámica perversa sería desenmascarando a los cerebros y ejecutores del 11-M para que la sociedad reaccione. A partir de ahí, según esta visión, las cosas cambiarán para mejor.

Moderador: Bueno, nos estamos repitiendo.

Oyente: Bien, permítame un minuto más. El 11-M, al margen de algunos avances, se ha consolidado como algo inexpugnable, pero no por la connivencia de élites y de encubridores, sino por la actitud de su víctima principal, que es el pueblo, lo que una vez fue una incipiente ciudadanía, rápidamente abortada. En realidad, al situarnos por encima del pueblo, creemos saber qué es lo que le conviene y, en consecuencia, tratamos de aplicarle una receta en forma de entrega de luz y conocimiento, todo muy prometeico. Pero la masa tiene muy interiorizado que la verdad nos hará, haría, liebres, que el esclarecimiento de los hechos nos mostrará una realidad tan repugnante, que todos correremos como lagomorfos para huir de semejante estercolero o para molernos a palos los unos a los otros. Y eso es algo que los cerebros del 11-M conocían muy bien cuando diseñaron la matanza. Una historia de atentados de la ETA les había demostrado que la nación entera no deseaba enfrentarse a lo que muchos se huelen que hay detrás de este asunto. Si los ciudadanos se temen que la verdad los hará liebres en desbandada, entonces no hace falta tomar demasiadas precauciones una vez cometida la matanza. Torres más altas han caído en otros lugares sin que se haya desmoronado el tongo evidente. No, el primer paso es asumir que la sociedad no quiere saber, que el espíritu de los tiempos es ése. Investigar es una obligación moral, pero siempre siendo conscientes de que la sociedad no sólo no demanda conocer la verdad, sino que prefiere la mentira. Suena duro, pero lamentablemente es así. Otra cosa es que las minorías sean las que ponen en marcha los cambios, pero a lo mejor son plenamente observables dentro de dos o tres décadas y, para entonces, muchos se habrán desmovilizado por el camino. La masa es estúpida en la forma, pero no en el fondo.

Invitado: No estoy de acuerdo para nada. Hemos avanzado mucho y cada vez hay más personas conscientes de la mentira que nos han contado.

Oyente: Pero, vamos a ver, no cuestiono eso. Probablemente, la mayoría de los españoles sepa o sospeche en su interior que nada cuadra, pero el temor de que la verdad nos haga liebres puede más, mucho más. La X de los GAL es el punto límite hasta donde la sociedad quiso llegar en su momento. En el 11-M, el freno es preventivo desde la primera letra del abecedario. Cuando a lo largo del 12-M se gritaba "queremos saber", lo que en realidad se decía es "queremos saber que nada va a cambiar". Y, desde luego, el tiempo juega en contra del esclarecimiento del 11-M como catarsis.

Invitado: En fin, no veo alternativas en su argumento. La investigación desenmascara y presenta los hechos como fueron o, al menos, como no fueron.

Oyente: ¿Y por qué habría de ofrecer alternativas? ¿Acaso no es útil un replanteamiento? Porque el enfoque actual no me sirve ante la complejidad de la sociedad, y más si considero que la premisa está viciada. El 11-M no es ante todo una cuestión del tipo de explosivos, sino de respuesta social. No es una realidad parcelable, sino un magma de acción-reacción en su diseño, de respuesta social clarísima. ¿Alternativas? Por un lado, investigación en la que se asuma que no se van a cosechar resultados en forma de respuesta social ni tan siquiera a medio plazo, a fin de evitar desmovilización en las propias filas, algo ya palpable, por desgracia. Por otra parte, un cambio de paradigma: no son sólo las élites, sino sobre todo la mayoría de la sociedad, la que se mueve en dirección contraria e inequívoca a lo que llamamos verdad. Hacer de Prometeo en el infierno es como arar en el mar, por lo que quizá habría que robarles a los dioses la máquina de hielo. Aznar, con torpeza, venía a decir que la asunción de la verdad del 11-M queda para el futuro. Woody Allen repite que comedia es igual a tragedia más tiempo. Si no nos hacemos pronto con la máquina de hielo, el 11-M quedará como campo de estudio para los historiadores.

Moderador: Vamos a ir terminando, por favor.

Oyente: De todas formas, mi intervención era sólo para hacerles llegar una cita que leí hace unas semanas y que me parece muy interesante. No sé cómo me he desviado tanto, así que les pido disculpas. Se trata de un párrafo de una columna de Mr. Dooley publicada en elChicago Posten 1898. Leo: "Sobre John D. Rockefeller: Es como una Sociedad para la Prevención de la Crueldad con el Dinero. Si se da cuenta de que un hombre está utilizando mal su propio dinero, se lo quita y lo adopta".

Moderador: Gracias y buenas noches.

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