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Emilio J. González

Por propaganda que no sea

Lo que no sé es de dónde piensa Salgado que van a salir esos recursos para consumir cuando las familias están endeudadas hasta la coronilla y muchas tienen a uno o varios de sus miembros en el paro.

La vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, dice estar convencida de que "toda la sociedad" percibe la salida de la crisis. Por supuesto, a todos nos gustaría que fuera así. Lo malo es que ni los indicadores económicos, ni las previsiones de los expertos, permiten pensar que el final de este largo y muy negro túnel en que se halla inmersa la economía española esté cerca. Vamos, es que ni siquiera se percibe el más mínimo rayo de luz que indique la proximidad de la salida.

Si alguien tiene alguna duda al respecto, no tiene más que echar un vistazo al informe sobre España que acaba de dar a conocer la OCDE, donde dice que nuestro país tardará más que las demás economías avanzadas en superar las dificultades presentes a causa del estallido de la burbuja inmobiliaria. Un informe que ha visto la luz, curiosamente, cuando Salgado se ha manifestado como lo ha hecho. Y es que este Gobierno otra cosa no hará pero lo que es marketing, a raudales. No hay medidas económicas, pero declaraciones tratando de infundir optimismo tenemos todas las que queremos. Por propaganda que no quede. Lo malo es que con publicidad no se arreglan los problemas.

Dice la OCDE que la crisis inmobiliaria va a lastrar nuestra recuperación, y no le falta razón. El sector ha saltado por los aires y ha dejado a nuestra economía huérfana de uno de los principales motores de su crecimiento en los últimos años, sin que, por ahora, haya posibilidad alguna de recambio. Sin embargo, ya no se trata sólo de eso, sino de algo más preocupante relacionado también con el sector. El ajuste del mismo por ahora sólo se ha producido a través de despidos y de la quiebra de algunas compañías, pero la corrección de precios aún está por llegar (a pesar de que los bancos y cajas de ahorros más saneados están deshaciéndose a mil por hora de su cartera de activos inmobiliarios, con reducciones de precios que rondan el 40% y el 50%, con el fin de limpiar sus balances y retornar a la normalidad cuanto antes). Pero las cosas aún distan mucho de estar resueltas.

Muchas entidades crediticias siguen sin contabilizar sus activos inmobiliarios y los créditos concedidos a promotores y particulares por el valor real de las viviendas. Si lo hicieran así, más de una y más de dos estarían en situación de quiebra técnica. Una situación que el Gobierno quiere evitar a toda costa y, por eso, les permite hacer y deshacer poco menos que a su gusto con el fin de que la realidad no aparezca en sus cuentas y puedan ocultar sus problemas debajo de la alfombra. Así, el Banco de España no está obligando a las entidades financieras a ajustar su contabilidad a la real y hace la vista gorda ante una práctica destinada a que la bola siga rodando, a la espera de que la llegada de mejores tiempos pueda aliviar sus problemas. Esa bola es una bola crediticia y consiste en lo siguiente: para arreglar las cuentas en lo que se refiere a los créditos a promotores, las entidades están otorgando nuevos préstamos que sirvan para cancelar los anteriores y para que las empresas puedan seguir más o menos funcionando, de forma que se evite su quiebra y muchos problemas para bastantes bancos y cajas. Estos recursos están permitiendo a los promotores, por ahora, encastillarse en sus posiciones y negarse a bajar los precios de los cientos de miles de viviendas que aún tienen por vender por pretender hacerlo como si aún estuviéramos en los mejores tiempos de la burbuja. El problema es que, lo quieran o no, tarde o temprano esto se va a acabar y la realidad va a terminar por imponerse. Porque lo que se está haciendo no es una solución; es, solamente, aplazar lo inevitable y cuando llegue van a volver a estar en dificultades tanto el sector financiero como el inmobiliario.

Así, desde luego, ni vamos a salir de la crisis, ni nada de nada, y mucho menos aún si el Gobierno no adopta las medidas necesarias para reactivar la actividad productiva, frenar la sangría del paro y facilitar que las legiones de desempleados que hay ya en nuestro país puedan encontrar pronto un nuevo puesto de trabajo.

Elena Salgado, se supone, conoce todo esto. Aún así, insiste en la línea trazada por Zapatero para todo el Gobierno de mandar mensajes optimistas pensando que, con ello, en algún momento mejorarán de verdad las expectativas de los españoles, empezarán a gastar, se reactivará el consumo y todo arreglado. Lo que no sé es de dónde piensa Salgado que van a salir esos recursos para consumir cuando las familias están endeudadas hasta la coronilla, muchas tienen a uno o varios de sus miembros en el paro, las subidas de impuestos que se avecinan se van a comer parte de su capacidad de gasto y el crédito al que accederían en otras circunstancias se lo está llevando la financiación de las abultadas emisiones de deuda pública que está realizando el Gabinete. Y eso por no hablar de que como cada vez son menos los que confían en el Ejecutivo, las personas sensatas optan por la prudencia y tratan de ahorrar por lo que pueda deparar el día de mañana. Aún así, Salgado dice que la sociedad percibe la salida de la crisis. Será como lo de los brotes verdes, una simple operación de marketing, porque con este Gobierno, por propaganda que no sea.

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