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Amando de Miguel

De los errores también se aprende

Quevedo no era cojo sino patizambo o con las piernas raquíticas y arqueadas. Además, Quevedo tramitaba una miopía aguda y se defendía con aquellos horribles "quevedos" de culo de vaso. Vamos, que su figura distaba mucho del modelo de galán de su época.

He recibido docenas de comentarios (incluido el de mi maestro de Retórica, Luis Herrero) señalando el grueso error de un texto mío en el que se venía a decir que Aquiles pereció por una flecha disparada por la diosa Paris. No comprendo cómo se ha podido deslizar tal disparate. Seguramente se han superpuesto dos líneas del texto. Lo que yo quería decir es que la diosa (o ninfa con figura de sirena) Tetis era la madre de Aquiles (Agileus en griego). Tetis, para que su hijo fuera invulnerable a las flechas y lanzas lo bañó el primer día en la mítica laguna Estigia sujetándolo por el talón. De esa forma el talón no se sumergió en el agua y quedó secretamente como la única parte vulnerable de su cuerpo. El desenlace ocurre en la Guerra de Troya, cuando Aquiles decide vengar la muerte de su amigo del alma Patroclo a manos de Héctor. Aquiles se provee de armas mágicas, diseñadas por Tetis, y mata a Héctor. El dios Apolo no le perdona ese alarde y hace que una flecha, disparada por Paris, hermano de Héctor se clave en el talón vulnerable de Aquiles. Eso significa la muerte del héroe. Así pues, no se debe confundir Tetis con Paris. Gabriel Casanueva me perdona el error porque entiende que "como tantos otros sabios, escribe a vuela pluma por falta de tiempo". Gracias por lo de sabio, que siempre es un halago. Pero el trastocamiento de las líneas del texto no tiene perdón del dios de la internética, la ninfa Arroba.

José Garaeta recoge el dato de que esa hermosa leyenda sobre el talón de Aquiles fue muy posterior a la Guerra de Troya. Según Homero, Aquiles fue herido y no precisamente en el talón, a consecuencia de lo cual pereció. Opino que da igual, pues todo es fantasía. La realidad mítica del talón de Aquiles es lo que ha quedado como fuente de inspiración de numerosos escritores y artistas. En diferentes lenguas "el talón de Aquiles" significa el punto débil de una persona o situación. Para mí el atributo más admirable de Aquiles no es su valentía (un tanto ruda) o su virilidad (algo dudosa), sino su esmerada educación en el sentido de preparación para la vida. Sus privilegiados maestros fueron el centauro Quirón, maestro de Medicina y de Música, y su misma madre Tetis. Esa es la admirable paideia (= educación integral) griega. A su lado, lo del talón vulnerable no deja de ser un cuentecillo infantil, pero es lo que ha quedado en la cultura popular.

Me interesa destacar una dualidad de arquetipos: el de Aquiles (violento, caprichoso, polígamo) y el de Ulises (tranquilo, prudente, fiel). Cada uno que elija su modelo. Bueno, ahora no se dice "modelo" sino "referente".

Fernando Crusellas Abián (Zaragoza) y Juan José Garaeta Díaz (Málaga) me señalan por separado mi error de considerar a Quevedo como jorobado. No era jorobado (vienen a decir mis ilustrados libertarios) sino cojo. Reconozco el desliz. Aunque realmente no era cojo sino estevado, esto es patizambo o con las piernas raquíticas y arqueadas. Además, Quevedo tramitaba una miopía aguda y se defendía con aquellos horribles "quevedos" de culo de vaso. Vamos, que su figura distaba mucho del modelo de galán de su época. Y sin embargo, qué belleza su prosa y su poesía. Tanto don Fernando como don Juan coinciden, además, en apuntar que el jorobado era otro eximio escritor de la época, Juan Ruiz de Alarcón. Su colega Tirso de Molina lo llamó "poeta entre dos platos", por ser el mexicano jorobado de pecho y espalda.

Juan J. Carballal se queja de que yo haya utilizado la palabra "patología" como sinónimo de "enfermedad". Es ese mismo error (muy común) que llama "climatología" al tiempo que hace o "anatomía" al cuerpo humano. Pido perdón por el error. Bien es verdad que son los médicos quienes nos transmiten ese desvío de llamar patologías a las enfermedades. Ahora las designan también como "cuadros". A los médicos les gusta decir "estadío" por "estadio", o, como señala don Juan "hemiplejía" por "hemiplejia". Otro error muy corriente que anota don Juan es la moda actual de decir "cuerpos" en lugar de "cadáveres". Estoy también de acuerdo con su observación de que el idioma es "sobre todo lo que se habla" (como yo decía), pero "lo que se habla por la gente que habla bien". Claro que la duda subsiste. ¿Quiénes son los que hablan bien?

Ignacio Frías comenta, con toda la razón, que la madrileña plaza de Oriente se llama así porque se sitúa al Este del Palacio Real. Lo curioso es que, por esa lógica, el Palacio es conocido también como Palacio de Oriente, aunque se sitúe en el Occidente de la ciudad. No es la única etiqueta intrigante sobre el plano de Madrid, una extraña ciudad europea que ha tenido mezquita antes que catedral. Durante mucho tiempo la Estación del Norte se situaba también en el Oeste. El Puente de Segovia no conduce a Segovia, como pudiera parecer. La Carretera de la Playa no lleva a ninguna playa sino a la descomunal piscina sindical. La Puerta del Sol no contiene ninguna puerta, ni por ella sale ni se pone el Sol. El Paseo de la Castellana es tan ancho porque realmente es una cañada para que transiten las ovejas.

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